Reducción de la población de insectos

Visual Curator
Norma Marquez
Translator
Bryan Bravo

En las inquietantes páginas de «Silent Spring» (Primavera silenciosa) de Rachel Carson, el mundo se enfrentaba a una realidad escalofriante: un mundo en el que los cantos de los pájaros se silenciaban, sus colores vibrantes se desvanecían y los paisajes, antaño bulliciosos, se reducían a páramos desolados. El innovador trabajo de Carson, publicado hace más de medio siglo, reveló las devastadoras consecuencias del uso de pesticidas, despertando el movimiento ecologista e inspirando a una generación para proteger nuestro frágil planeta. Hoy surge una nueva crisis silenciosa que amenaza la intrincada red de vida de la que todos dependemos: la reducción de la población de insectos.

Los insectos son los héroes anónimos de nuestros ecosistemas. Desde las delicadas mariposas que adornan los pastos de verano hasta las laboriosas abejas que garantizan la proliferación de los cultivos, los insectos desempeñan un papel insustituible en el intrincado tapiz de la vida. Sin embargo, en medio del telón de fondo de nuestro mundo cambiante, estas criaturas vitales están desapareciendo a un ritmo alarmante.

Estudios recientes y estadísticas alarmantes revelan una sombría realidad: hasta el 40% de las especies de insectos se enfrentan a la extinción en las próximas décadas. La biomasa de insectos voladores se ha desplomado en porcentajes asombrosos en vastas extensiones de tierra. El impacto va mucho más allá de su diminuta existencia, enviando ondas de choque a través del delicado equilibrio de la naturaleza.

Pero, ¿a qué se debe esta reducción? Las respuestas se encuentran en una compleja interacción de factores: la pérdida de hábitat a medida que nuestras junglas de hormigón invaden sus hogares, el uso desenfrenado de pesticidas y el cambio climático que altera los intrincados ciclos vitales.

Entender la reducción de la población de insectos

La reducción de las poblaciones de insectos es una realidad innegable respaldada por estadísticas e investigaciones convincentes. Una revisión exhaustiva publicada en la revista Biological Conservation reveló que un abrumador 40% de las especies de insectos están disminuyendo y podrían enfrentarse a la extinción en las próximas décadas. Esta pérdida de diversidad y abundancia es motivo de grave preocupación para la salud de nuestros ecosistemas.

La pérdida de hábitats es una de las principales causas de esta crisis. En Alemania, un estudio a largo plazo publicado en Nature documentó un alucinante descenso del 76% en la biomasa de insectos voladores en un periodo de tan solo 27 años, agravado por la destrucción y fragmentación de los hábitats naturales debido a la urbanización, la deforestación y la agricultura intensiva. En el Reino Unido, dos especies de abejorros se han extinguido, y más de la mitad de las especies restantes están en declive, según informa el Bumblebee Conservation Trust. Las consecuencias son de gran alcance, ya que se calcula que estas abejas aportan 400 millones de libras (550 millones de dólares) anuales a la economía agrícola del Reino Unido gracias a sus actividades de polinización. Además, la conversión de praderas y bosques en tierras agrícolas ha provocado un asombroso descenso del 75% de la biomasa de insectos en Puerto Rico, según una investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences. Del mismo modo, en Estados Unidos, un estudio publicado en la revista Science informó de una disminución del 30% en las poblaciones de mariposas de los pastizales debido a la pérdida de hábitat causada por la urbanización y las prácticas agrícolas intensivas.

Los pesticidas, anunciados en su día como salvadores de la agricultura, también contribuyen a diezmar las poblaciones de insectos. Los neonicotinoides, una clase de insecticidas ampliamente utilizada, se han visto implicados en el declive de las abejas y otros polinizadores. Un estudio publicado en Science reveló que la exposición a los neonicotinoides reduce el éxito reproductivo de las abejas melíferas y compromete su capacidad de navegación y búsqueda de alimento, lo que provoca un descenso del 17%.

El cambio climático agrava aún más la crisis. El aumento de las temperaturas y la alteración de los patrones de precipitaciones alteran los ciclos vitales de los insectos. El informe sobre el estado de los insectos en el mundo en 2020 destacaba que el calentamiento de las temperaturas ha provocado un cambio en el calendario de los fenómenos primaverales, alterando la aparición sincronizada de los insectos y la disponibilidad de sus fuentes de alimento. Además, un estudio publicado en la revista Nature Climate Change descubrió que el aumento de las temperaturas podría reducir el área de distribución geográfica de los abejorros hasta en un 85% en Europa y Norteamérica. Esta reducción de los hábitats adecuados amenaza su supervivencia e interrumpe los procesos de polinización.

Viviendo el cambio

Las consecuencias de la reducción de insectos en especies y países concretos son diversas, pero todas cuentan una historia similar. La mariposa monarca, famosa por su espectacular migración, ha visto disminuir su población aproximadamente un 90% en Norteamérica en las dos últimas décadas. La pérdida de algodoncillo, la única fuente de alimento de las orugas monarca, debido al uso de herbicidas y al desarrollo del suelo, ha sido uno de los principales factores de su declive.

Las consecuencias de la reducción de las poblaciones de insectos repercuten en los ecosistemas, la agricultura y el bienestar humano. Como eslabones vitales de la cadena alimentaria, el declive de los insectos afecta a otras especies que dependen de ellos para subsistir. Por ejemplo, la reducción de las poblaciones de insectos se ha relacionado con la caída en picado del número de especies de aves insectívoras en Europa y Norteamérica.

La tórtola europea, ave migratoria, ha experimentado una disminución sustancial de sus fuentes preferidas de alimento en forma de insectos, unida a la pérdida de hábitat, lo que la ha llevado a ser considerada “especie vulnerable” según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

En Norteamérica, el pájaro azul oriental y la golondrina arbórea figuran entre las especies de aves afectadas por el declive de las poblaciones de insectos. La disminución de la biomasa de insectos ha afectado negativamente a las aves nidificantes que dependen de los insectos, a su éxito reproductor y al número total de sus poblaciones.

La agricultura depende en gran medida de los insectos polinizadores. Se calcula que la polinización por insectos contribuye anualmente a la producción mundial de cultivos por valor de entre 235.000 y 577.000 millones de dólares. La organización benéfica Buglife informa de que el 41% de las especies de insectos, incluidas las abejas, están en peligro de extinción en el Reino Unido, por lo que la reducción de los polinizadores tiene graves consecuencias para la producción y la seguridad alimentarias en todo el mundo, así como para la salud de las poblaciones de flores silvestres del Reino Unido.

Además, la pérdida de diversidad de insectos socava la capacidad de recuperación de los ecosistemas. Los insectos son cruciales para el ciclo de los nutrientes, la salud del suelo y la descomposición de la materia orgánica. Su ausencia puede alterar estos procesos esenciales, provocando desequilibrios en el funcionamiento de los ecosistemas y disminuyendo potencialmente su capacidad para recuperarse de las perturbaciones.

En busca de respuestas

Hacer frente a la reducción de la población de insectos exige esfuerzos concertados de individuos, comunidades y responsables políticos.

La conservación de los hábitats naturales es primordial, ya que proporciona recursos esenciales y refugio a los insectos. Esto puede lograrse a nivel local, con individuos y comunidades que creen jardines y espacios verdes respetuosos con los insectos. La plantación de árboles con flores autóctonas, la provisión de fuentes de agua y la reducción del uso de pesticidas en estas zonas pueden atraer insectos y proporcionar fuentes de alimento a las aves insectívoras. Sin embargo, también depende de los gobiernos locales y nacionales, así como de la cooperación internacional, poner en marcha políticas y leyes que reduzcan el empleo de pesticidas, aborden la destrucción de tierras para la agricultura y la urbanización, y trabajen por una cultura compartida de conservación y protección de los insectos. También hay grandes iniciativas de pequeñas marcas para intentar apoyar la labor de repoblación de insectos, como Bee Saving Paper.

Tampoco hay que subestimar la investigación que continúa en las comunidades académicas y científicas. Desde Buglife, en el Reino Unido, hasta la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el apoyo a estos programas es esencial para comprender plenamente las causas de la reducción de insectos y sus consecuencias de largo alcance. Solo si comprendemos cómo nuestras acciones están provocando estos cambios, podremos cambiar nuestro comportamiento hacia un futuro más equitativo y sostenible desde el punto de vista medioambiental.