Safari en África: 5 especies en peligro crítico

Una aventura para las personas y un riesgo para los animales

Author:
M. Bishop
Visual Curator
Sofía Moreira
Translator
Viviana Grasso

¿Qué tienen en común Mogambo, Gorilas en la niebla o Las Minas del Rey Salomón? Que son películas que hablan de excursión, aventura y naturaleza africana. Un encuadre bello y salvaje que justifica parte del éxito de todos estos filmes. ¡Y no es de extrañar! Después de todo, participar en un safari en África es el sueño de muchos, de poder contemplar a leones y jirafas campando a sus anchas. Sin olvidar la oportunidad de ver en primer plano a elefantes y rinocerontes, amén de a muchos otros mamíferos y aves.

Pero estos viajes turísticos acarrean un impacto en la fauna que no siempre resulta positivo. Así que, quizá sea hora de conocer las dos caras de esta famosa moneda; la buena y la mala, la aventurera y la peligrosa, la sostenible y la mortal.

Orígenes del Safari

Para los hablantes de swahili, «safari» siempre ha significado simplemente «viaje». En el siglo XVIII, los comerciantes subsaharianos utilizaban la palabra para referirse a los mercaderes que transportaban diversos bienes de un lugar a otro. Sin embargo, para naturalistas y exploradores como Thomas Ayres, William John Burchell y Gustav Adolf Fischer, el término adquirió un significado más profundo, relacionado con el estudio de la vida salvaje en el continente africano.

Mapa de la región de habla swahili del este de África
Mapa de la región de habla swahili del este de África

No fue hasta la época dorada de la colonización, después de que desembarcaran los loberos y monteadores europeos, cuando el término se convirtió también en un sinónimo de presa, caza y colección. Elefantes, leones, leopardos, búfalos y rinocerontes exhalaron su final a los pies de numerosos e intrépidos cazadores, europeos y nativos. Y eso incluía tanto a quienes lo hacían por oficio y supervivencia, como a aquellos que lo hacían por beneficio y diversión.

Sí, el pasado y la historia de esta actividad está plagada de décadas oscuras. De ver morir a gacelas y ñus, a hienas y antílopes, a gorilas y cocodrilos e incluso aves. Un baño de sangre donde arrebatarle al continente africano sus especímenes más portentosos y exhibir el trofeo ante todos era colgarse al cuello una medalla de honores. Vamos, como reservarse hoy en día una estrella en el Paseo de la Fama.

Evolución

Pero para ser justos, este tipo de turismo ha sufrido una remodelación transformadora y significativa. Ahora, para quienes destinan sus vacaciones a estos rincones exóticos, hacer safari en África es practicar un turismo sostenible y responsable… en teoría. Es vivir una aventura por un paisaje sinigual, disparando flashes de cámaras y no balas, protegiendo la riqueza natural a base de respetar y conservar el entorno medioambiental. Con todo, estas excursiones no dejan de implicar un clamor de amenaza y peligro y extinción para los propios animales.

Los «grandes», en peligro de extinción

Elefantes y guepardos, leones y rinocerontes, gorilas y búfalos, jirafas y cebras… Verlos de cerca representa, como mínimo, la mitad de las razones por las que la gente se apunta a hacer un safari en África. Animales entre los que destacan las cinco especies continentales más grandes. Y que, sin embargo, viven constantemente amenazados, al borde incluso de su desaparición total. No lo decimos nosotros, sino la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

Ejemplar de guepardo, una especie amenazada, en Sudáfrica. Foto: Michael M.

La Lista Roja incluye al guepardo, que merece especial atención. Este gran mamífero es considerado el animal más rápido del mundo y necesita vastas áreas de tierra para cazar y reproducirse.

Por eso, una ausencia de espacio y de hábitat se ha convertido, hoy en día, en su mayor desafío y amenaza. Y si a ello se añade la tasa de éxito reproductivo de este animal, baja ya de por sí, puede decirse que la supervivencia del guepardo está en números muy, muy rojos. Según la Lista Roja apenas quedan menos de 7.000 guepardos en estado salvaje. Una reducida cantidad a la que hay que culpar a la caza furtiva de este excepcional felino.

Colmillos y cuernos valiosos

Un gigante de la sabana es el elefante africano, fácil de reconocer, desde lejos, por su gran tamaño, sus enormes orejas y su singular trompa. ¿Su amenaza principal? La caza furtiva para hacerse con el marfil de sus colmillos. A ello se suma la destrucción de su hábitat, por causa de la expansión agrícola y urbana.

La Lista Roja de la UICN establece que el elefante de la sabana africana se encuentra en peligro, mientras que el elefante de bosque africano está en peligro crítico, directamente. Ambas especies, en cualquier caso, están en estado vulnerable, tras la disminución general del número de elefantes en todo el continente.

El búfalo, también en la mira

Al igual que ocurre con el guepardo, con el elefante y, en fin, con los demás grandes africanos, el búfalo cafre figura en la lista de los más grandes no por su tamaño (aunque de esto le sobra) sino por lo difícil que es llegar a verlos, fuera de los parques y de las reservas naturales, se entiende.

Esquivos y escurridizos con los turistas, y adversarios número uno de los leones, estos formidables bóvidos forman grupos de miles de ejemplares. Es más, prefieren habitar en los bosques y en la selva del África subsahariana, especialmente en el Serengueti. Los búfalos africanos andan sobrados de tamaño y de fuerza y, sin embargo, no se han librado de la matanza indiscriminada, perpetuada durante siglos por el ser humano.

Safari en África, Especies africanas en su hábitat, entre ellos el búfalo cafre
Especies africanas en su hábitat, entre ellos el búfalo cafre. Foto: Magda Ehlers.

Sus cuernos curvos, los mayores distintivos de su especie, han atraído a miles de cazadores a lo largo de los años. Y no son pocas las personas que han muerto bajo su embestida, debido a la actitud agresiva que mantienen ante los desconocidos, sobre todo los que habitan fuera de las áreas protegidas. La mejor defensa es un buen ataque, dice el refrán, y estos bóvidos gigantes llevan esa advertencia grabada en la sangre.

Actualmente y según estimaciones, tan solo existen unos 900.000 búfalos en la sabana africana. Un número mermado por la caza furtiva, cómo no. Pero también por la reducción de su hábitat natural, empleado para la agricultura. Una lluvia de males al que también han contribuido las enfermedades, las plagas y, por supuesto, la sequía.

Rinocerontes quedan muy pocos

El rinoceronte es otro gigante herbívoro que siempre entra en el pódium de los animales que más se desea avistar en un safari en África. Pese a su atractivo y popularidad (o precisamente por ello) esto no le ha salvado de ser amenazado y estar en peligro. Y prueba de ello son los 500.000 ejemplares que había a principios del siglo XX, según estimaciones, tanto en África como en Asia.

Esa cantidad cayó a 70.000 individuos en 1970, aproximadamente, dejando apenas a unos 27.000 rinocerontes en la actualidad. Codiciado en el mercado negro por su cuerno, ha sufrido tanta persecución y matanza que ahora solo quedan menos de 5.000 rinocerontes negros en estado salvaje, y así lo denuncia la UICN. Unas estimaciones bajas a las que, sin embargo, hay que agradecer los esfuerzos de conservación para estabilizar su población, tal y como advierte la misma entidad.

Rinoceronte sin cuerno. Safari en África
Rinoceronte sin cuerno. Foto: Christoph Schöne/Zoonar/Picture alliance.

Con todo, esta especie continúa en un limbo muy vulnerable de extinción y preservación. ¿Las causas de su declive? Las mismas que las del elefante y el guepardo: la constante caza furtiva y la pérdida de hábitat. Y el hecho de que sean muy pocos los rinocerontes que sobreviven fuera de los parques nacionales y las reservas es, tristemente, una prueba inequívoca de la precaria situación de esta especie.

El león africano, el rey amenazado

Símbolo de poder, valentía y fortaleza, históricamente, los cazadores han ido tras la sombra y huella del león por su piel, sus dientes, sus garras y sus huesos. Primero, los cazadores fueron por el tigre, alegando que sus huesos remojados en vino podían estimular el apetito sexual, además de ser un tratamiento fiable contra la artritis y el reumatismo. Unas afirmaciones huérfanas de respaldo científico que, sin embargo, forman parte de la medicina tradicional china.

Tras la caída de estos animales, suscitado por la caza furtiva, y tras el endurecimiento de las normas que regulan el negocio de los huesos del tigre en China, surgieron como sustitutos los leones. Son muchas las regiones asiáticas que codician los huesos de este otro felino. De hecho, se ha normaliza el uso de productos basados en huesos de león.

China, Laos, Myanmar y Tailandia llevan décadas importando leones vivos a sus regiones, tal y como atestigua este Informe del 2015, junto con esqueletos y cadáveres. Lo que ha supuesto un incremento masivo de las exportaciones de huesos de leones desde Sudáfrica, multiplicándose casi un 6 % desde el 2007.

Excepciones en la protección

Sí, existe un tratado internacional que prohíbe la compra y venta de productos que contengan elementos de cualquiera de los grandes felinos. Sin embargo, hay una notable excepción en la lista de animales que este tratado protege: el león africano, específicamente aquellos criados en cautiverio en Sudáfrica.

Es más: si se dan esas condiciones, tanto los dientes y la osamenta de este gran felino como las garras, la piel y la melena podrían ser vendidas en todo el mundo. Y de manera legal. ¿Absurdo e hipócrita, verdad?

La población de leones ha disminuido drásticamente durante las últimas décadas, que hoy en día apenas superan los 20.000 ejemplares, según recoge WWF/ADENA, la Asociación para la Defensa de la Naturaleza.

La caza furtiva, la pérdida de su hábitat, e incluso el conflicto con el ganado de los oriundos han contribuido a que este animal no esté exento de peligro. Y que se mantenga actualmente a un tris de su desaparición total en la Tierra. Según la Asociación, el número de leones africanos ha pasado de 200.000 a 20.000 en el último siglo. Un descenso estremecedor que, en el contexto de la última veintena, se traduce en un 40%, nada menos. Sí, tan terrible y escalofriante como verídico.

Safari en África, miembros IFAW
Miembros del International Fund for Animal Welfare. Foto: IFAW.

Para la UICN, los pronósticos de supervivencia de esta raza son realmente ominosos. Y así lo hace constar en su Lista roja, por cierto, donde clasifica a estos animales como una especie tan salvaje como vulnerable. Una clasificación de riesgo de extinción que se entiende al saber que estas criaturas portentosas están extintas en 26 países africanos, hoy en día. Y que solo están presentes en 27 de sus países de distribución original, únicamente.

Industria del turismo: responsabilidad y regulaciones

Sí, un safari en África puede ser interesante e inolvidable, cierto. Pero al igual que un dedo no tapa el sol, el atractivo de estas excursiones no debe hacernos perder de vista su impacto en el ecosistema. El turismo que suscitan estas excursiones puede ser una fuente de ingresos para la conservación de la flora y fauna… siempre que se gestionen bien.

En contrapartida, cualquier safari en África que esté mal regulado contribuye a añadir su grano de arena en la montaña de desastres medioambientales. La caza ilícita, la reducción de hábitat, la comercialización de osamentas y los conflictos con humanos han hecho que muchos de los animales que los turistas de safaris desean avistar y fotografiar estén en peligro de extinción.

Por lo que sí, es responsabilidad de cada uno intentar ponerle fin a esta situación. ¿De qué manera? Optando por safaris sostenibles, por ejemplo, en concreto aquellos que no solo respeten a los animales, sino también a su entorno. Se trata, en fin, de disfrutar de la majestuosidad de la fauna africana, aunque cuidándose de no contribuir a su desaparición.