La crisis de los incendios forestales en Latinoamérica está golpeando con fuerza a países como Bolivia, Brasil, Colombia, Paraguay, Perú y Argentina. Esta amenaza, a menudo ignorada, solo capta la atención cuando el fuego devasta bosques, sabanas y comunidades enteras. En esos momentos, el mundo vuelve a enfocarse en el cambio climático y las profundas consecuencias que la actividad humana está provocando en nuestro planeta.
Durante este año, Bolivia ha visto arder 6,9 millones de hectáreas, mientras que en Argentina, se han quemado alrededor de 40.000 hectáreas, afectando tanto bosques nativos como campos y áreas turísticas. Según el Sistema Global de Información de Incendios Forestales, Brasil registra incendios en 46,1 millones de hectáreas. Paraguay ha perdido más de 353.000 hectáreas, Colombia 7.029 hectáreas, y en Perú, las llamas han consumido cerca de 5.000 hectáreas. Ecuador registró al menos 36.399 hectáreas quemadas en incendios forestales en lo que va del año
El cambio climático no solo es una causa, sino también una consecuencia de los incendios forestales en América Latina. La Amazonía de Brasil, una de las regiones más húmedas del planeta, se ha vuelto altamente “inflamable” debido al aumento de las temperaturas y las sequías prolongadas. Sin embargo, no es solo el cambio climático el que impulsa esta crisis. Las acciones humanas irresponsables, como la agricultura descontrolada y la tala ilegal, agravan la situación y son de las principales causas de la deforestación masiva que estamos presenciando en América Latina.
Causas de incendios
Intencionales
Esta categoría incluye prácticas ilegales como las quemas agrícolas que realizan algunos campesinos con el objetivo de restaurar la fertilidad del suelo. También, se debe a actividades ilegales, como la tala de árboles o la minería, donde se arrasan áreas forestales para facilitar el acceso a los recursos naturales sin llamar la atención de las autoridades.
Otra de las causas frecuentes de incendios intencionales incluyen acciones de protesta o tienen la intención de desestabilizar a gobiernos o empresas que operan en áreas forestales. Algunos grupos utilizan el fuego para desplazar comunidades o favorecer la expansión urbana, donde los bosques son considerados obstáculos para el desarrollo de proyectos inmobiliarios.
Se suma como causa de incendio intencional la piromanía, una condición en la que una persona experimenta placer o excitación al ver fuego. Es un trastorno psicológico en el que se siente un deseo incontrolable de provocar incendios y una sensación de gratificación emocional una vez producido sin medir las consecuencias de estos actos.
Accidentales (no intencionales)
Estos pueden ser causados por fogatas recreativas mal apagadas, arrojar cigarrillos encendidos sobre la vegetación o dejar objetos refractores, como vidrio, en el suelo de un bosque. Este último, puede iniciar un fuego con el reflejo del sol. También, hay quemas agrícolas autorizadas de las que se pierde el control del fuego.
Las causas de los incendios debidos a causas naturales son los producidos por fenómenos atmosféricos como los meteoritos, el rato, el sol, las temperaturas (como el verano en el caso de Argentina y Brasil), y El Niño y La Niña en Perú y Ecuador.
Es importante señalar que las personas responsables de provocar incendios forestales enfrentan sanciones legales que varían según la jurisdicción. En la mayoría de los países, las leyes contra este tipo de delitos contemplan penas de prisión que pueden oscilar entre seis meses y diez años, dependiendo de la gravedad del incendio, los daños ocasionados y si fue intencional o resultado de negligencia, un ejemplo de ello es la nueva medida provisional que aplicara en Brasil.
Consecuencias ambientales y sociales de los incendios forestales en Latinoamérica ¿Cuál es su impacto global?
La Amazonía, con una extensión de 7,7 millones de km² (más de 13 veces la Península Ibérica), es el mayor bosque tropical del mundo. Su área forestal cubre 6,7 millones de km², representando un tercio de las selvas del planeta. Alberga el sistema fluvial más extenso, con ecosistemas de agua dulce que incluyen ríos y humedales.
Además, contiene el 25% de la biodiversidad terrestre y la mayor diversidad de especies de peces en cualquier sistema fluvial. Proteger la Amazonía es esencial no solo por razones ambientales, sino también para asegurar un futuro sostenible.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México ha identificado las principales consecuencias ambientales de los incendios forestales. Entre ellas destaca la pérdida de hábitats para la fauna terrestre, el efecto invernadero y la degradación del suelo. La muerte masiva de plantas, fundamentales para la producción de oxígeno, también genera importante impacto en el clima.
Los incendios forestales en América Latina están intensificando el efecto invernadero. Esto contribuye al aumento de la temperatura global y acelera el calentamiento del planeta. La devastación de los bosques no solo elimina los hábitats de especies silvestres, sino que también altera gravemente las cadenas alimentarias.
En la fauna de regiones como Bolivia, Brasil y Paraguay, las especies más afectadas son los cocodrilos, jaguares y el guacamayo jacinto, el loro más grande del mundo. En 2020, una serie de incendios en el Pantanal —una vasta llanura aluvial que abarca partes de Brasil, Paraguay y Bolivia— resultó en la muerte de 17 millones de animales.
Uno de los efectos «invisibles» de los incendios en Latinoamérica es la alteración en la formación y recuperación de los mantos freáticos. Los mismos son cruciales para la vida en la Tierra, pues suministran agua a las plantas a través de sus raíces.
Efectos de los incendios en las poblaciones locales y la diversidad biológica
Los incendios también representan un grave problema para las comunidades humanas, especialmente para las indígenas. La contaminación del aire generada por las cenizas no solo afecta a la salud de sus habitantes, sino que también pone en peligro sus medios de vida tradicionales. Esto es debe a que sus tierras son su valor cultural, espiritual y de subsistencia. Los Gobiernos suelen marginar a las comunidades indígenas durante la planificación y ejecución de políticas de prevención y manejo de incendios forestales. Los mismos no sólo no son partícipes, sino que deben desalojar sus tierras. Por ello, se suele sugerir que hay un interés económico en la “obligación” de desalojar a las comunidades.
Por último, la Amazonía, un ecosistema necesario para la vida en la tierra y para el planeta, se encuentra en uno de los momentos más críticos de la historia. En los últimos 39 años más de 88 millones de hectáreas fueron eliminadas. Esto implica, entre otras cuestiones, el peligro de la desaparición de la diversidad biológica de la Amazonía y como consecuencia, disminuye la disponibilidad de alimentos para poblaciones vecinas. Tomando en cuenta este escenario, hoy más que nunca es esencial fortalecer las políticas de conservación y restauración.
Otras consecuencias ambientales
Durante los incendios, también se liberan diversos contaminantes químicos, como metales pesados, hidrocarburos y productos químicos orgánicos. Estos contaminantes pueden ser absorbidos por el agua, comprometiendo la salud de los organismos acuáticos y de las personas que consumen dicha agua.
Además, la acumulación de nutrientes, como nitrógeno y fósforo, en el agua, a causa del material orgánico quemado, puede provocar eutrofización. Este fenómeno resulta en la proliferación de algas, lo que a su vez afecta la salud de los ecosistemas acuáticos. La transformación del paisaje ocasionada por los incendios puede alterar el flujo del agua a través de los ecosistemas, perjudicando los hábitats y la biodiversidad.
El debilitamiento de la economía es una de las problemáticas principales de los incendios forestales en Latinoamérica
Una de las consecuencias ambientales más visibles de los incendios forestales es la destrucción de recursos madereros, lo que afecta gravemente a la industria forestal. Como resultado, muchas personas pierden sus empleos, provocando inestabilidad económica en las comunidades locales que dependen de la comercialización de la madera para su sustento.
En cuanto al turismo, las actividades programadas deben posponerse, y el acceso a áreas de interés turístico se prohíbe. Esto reduce considerablemente los ingresos de esta industria. Además, para los gobiernos, la restauración de la vida silvestre y la recuperación de los ecosistemas devastados por los incendios representa un alto costo.
En Perú, por ejemplo, el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego ha informado que cerca de 3.000 familias se han visto afectadas por incendios durante este año. Como respuesta, el gobierno ha implementado medidas de apoyo, distribuyendo abonos, semillas y guano de isla para ayudar a las mismas.
Los sectores más perjudicados son aquellos dedicados a actividades rurales y agrícolas. Un ejemplo de ello es Quito, Ecuador, donde se han registrado cortes de electricidad de hasta 14 horas. Esta situación interrumpe el suministro de bienes y afecta el transporte, lo que a su vez genera serios problemas económicos para la región.
Las respuestas políticas a una problemática que no deja de crecer
El papel del Estado es crucial en momentos como estos, tanto para proteger la vida silvestre como la humana. Las estrategias de prevención y control de incendios forestales, así como su erradicación, suelen ser las respuestas más comunes implementadas por los países. Para llevar a cabo estas medidas, se trabaja en conjunto con el gobierno, organizaciones civiles y voluntarios.
No obstante, una de las principales críticas a estas respuestas es que muchas políticas se enfocan únicamente en la extinción de incendios. De esta forma, se desestiman los efectos del calentamiento global y la acumulación de combustibles en el paisaje. En otras palabras, ante la presión de la opinión pública, los gobiernos únicamente priorizan la extinción inmediata de las llamas sin implementar políticas forestales y territoriales que aborden las causas subyacentes del problema.
Se requieren medidas que aborden la raíz de la cuestión a largo plazo para evitar futuros siniestros. En otras palabras, si se evita que los incendios ocurran, no será necesario apagarlos, ni gastar grandes sumas de dinero en ello. Y fundamentalmente no se producirán las consecuencias ambientales que son irreparables.
El papel de las ONG en los incendios forestales
Es interesante el papel de organizaciones y ONGs que trabajan día a día para prevenir estas problemáticas. El Grupo de Expertos en Fuegos Forestales de Latinoamérica y el Caribe está compuesto por gestores de incendios de los ministerios y organismos relacionados a esta problemática. El fin es asesorar, orientar y apoyar la colaboración internacional y el desarrollo de políticas relacionadas con los incendios.
The Nature Conservancy trabaja con comunidades para fomentar la educación y los recursos necesarios para prepararse y reducir el riesgo de incendios forestales. Por su parte, Un árbol plantado, es una ONG que ayuda a mitigar la pérdida de bosques en todo el mundo. Propuso el reto millón de árboles para animar a empresas y particulares a luchar contra el cambio climático. The Wilderness Society conserva paisajes conectados, abordando los problemas derivados de la crisis climática y educando a las comunidades en prácticas de conservación.
La solución no es sencilla ni estará lista de un día para otro, pero es vital trabajar en un marco de políticas climáticas y ambientales centradas en la restauración y protección de los ecosistemas. Esto debe ir acompañado de la implementación de nuevas tecnologías para una gestión sostenible y una sólida estrategia de gestión de riesgos de desastres.