Decir ozono es alzar la mirada y pensar automáticamente en la atmósfera. ¿Pero sabías que este gas ponzoñoso, este ozono, también se encuentra por los suelos? Hablamos en este caso de ozono subterráneo.
El ozono subterráneo o trotosférico, una toxicidad en auge
Silencioso e incoloro, así es el ozono de la troposfera, peligroso y oxidante. Tan ominoso e insalubre, que los expertos lo tienen como vara de medición por excelencia de la contaminación atmosférica.
Lo cierto es que este curioso estado alotrópico del oxígeno no solo ha hecho de la atmósfera superior su reino, también está muy presente en el suelo. Existe a sus anchas, justificando con su presencia el porqué se lo tiene como índice de toxicidad medioambiental, máxime cuando se respira en cada inhalación. Pero para entendernos más rápido y mejor, comencemos por el principio.
¿Qué es el ozono subterráneo?
Al igual que sucede con las personas, el ozono tiene una cara bondadosa y deseable y otra no tan gentil. Si se encuentra en la estratosfera, el ozono es una salvación para la vida, tal y como la entendemos ahora.
Y es que desde ahí arriba protege la Tierra, siendo el filtro natural de la radiación nociva. Es una capa protectora que impide que la luz de la radiación ultravioleta-B, la cual es todo un revés para la salud del medioambiente, impacte de bruces y negativamente en los seres vivos. Repele los efectos adversos que vienen de la radiación ultravioleta. ¿Cuándo empieza a ser un peligro? Cuando se sitúa al otro lado de la troposfera y pasa a llamarse ozono subterráneo u ozono trotosférico.
Entendido como la esencia misma del smog, tal y como señalan desde la Agencia europea de Medio Ambiente (AEMA, por sus siglas en inglés), el ozono trotosférico es el gran contaminante atmosférico que actualmente está corroyendo la zona subterránea del planeta. Malo y corrosivo, tóxico e indeseado, se trata de un gas que pone en jaque la salud. A su paso levanta una espesa nube de problemas y futuras enfermedades, aun cuando su gas ni siquiera se emite directamente al aire.
Contrario a lo que se pueda pensar, este ozono subterráneo o trotosférico nace de la mezcla explosiva entre NOx y COV. Hablamos de una sustancia que hace acto de presencia con el caer de las tormentas, cuando estas rocían el entorno con lluvias y vientos y descargas eléctricas. Una suerte de contaminante reactivo, azuzado por el aire y reforzado por los gases de efecto invernadero.
Un cóctel en el que el viento también tiene su papel protagónico. Puede transportar grandes cantidades de ozono subterráneo entre ráfaga y ráfaga, esparciendo contaminación por doquier y emponzoñando incluso a las zonas más rurales.
Ozono subterráneo vs ozono superior: ¿qué tienen en común y qué los diferencia?
El ozono se encuentra tanto en la estratosfera como en la troposfera. He ahí su principal y máxima distinción: la ubicación.
Otro rasgo que diferencia a esta cara y cruz de la misma moneda es el modo en que repercuten en el medioambiente. Así, mientras el ozono estratosférico es benigno y protector, el subterráneo acarrea unos riesgos nocivos para la estabilidad del medioambiente. Exhala efectos adversos para el medioambiente en general, y para la salud de todo ser vivo, en particular.
¿Cuáles son las consecuencias de que haya ozono subterráneo y cuáles son sus fuentes principales de expulsión?
El ozono troposférico, por tanto, equivale al ozono a nivel del suelo. Una mezcla explosiva que amenaza la salud. Causaen las personas daños significativos a nivel respiratorio y cardiovascular, como tos o inflamación o irritación pulmonar. Lo señaló en su día Luis Manuel Entrenas, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud de Córdoba, España. Además contribuye a empeorar las afecciones crónicas. Aumentan los ingresos hospitalarios por asma o por enfermedad pulmonar obstructiva crónica (la abreviada EPOC).
La lista de problemas de salud que derivan de esta alta exposición es larga. Incluye cáncer de piel y problemas de vista, le regala al sistema inmunológico un montón de dificultades patológicas.
Pero los perjuicios del ozono subterráneo no acaban aquí. El propio clima también se ve alterado por la mucha exposición a esta sustancia química. Se hace sumamente evidente al calcular la rendición de las cosechas que tienden a reducir; o en la contaminación fotoquímica a nivel de la troposfera que empeora. La vida submarina se ve afectada por esta contaminación, asi como vegetación u otros ecosistemas sensibles.
¿Y todo por qué? Un dedo de exposición que se vuelve acusador al apuntar hacia las actividades humanas. El uso de refrigerantes y aerosoles y clorofluorocarbonos han acabado descomponiendo parte de sus moléculas acumuladas en la zona superior de la atmósfera, abriendo con ello un agujero en su superficie. La capa de protección que supone el ozono sigue debilitándose año tras año. Hay riesgo de cambios drásticos en el mismo ecosistema.
Entonces, ¿quién o qué causa el ozono subterráneo, exactamente?
Desde la EPA o Environmental Protection Agency (la Agencia de Protección Ambiental de EEUU), añaden que tanto los coches como los trenes y los aviones representan la principal fuente de expulsión de ozono.
Una tendencia que también se repite en muchas otras actividades humanas, cabe añadir, desde tintorerías y fábricas y granjas hasta el uso de productos con disolventes orgánicos, sin ir más lejos, pasando por la construcción en general.
Según recoge un estudio realizado por la Universidad de Granada, en España, es durante los días más calurosos cuando el ozono subterráneo o tratosférico tiene más posibilidades de dispararse. Aunque la amenaza sigue en los meses de invierno.
Conscientes entonces de este problema, sus causas, fuentes y consecuencias, no queda más que pararse y ver si existe solución o, como mínimo, un modo de minimizar o contrarrestar estos riesgos.
¿Qué se puede hacer para reducir el ozono subterráneo o trotosférico?
Pese a que existen reglas estatales y regionales que regulan las emisiones de contaminación de cada país, lo cierto es que cualquier persona también puede sumar su granito de arena a esta lucha atmosférica.
Las voces expertas que suenan desde la AEMA y la EPA y demás entidades pro ambientales lo tienen claro. Recomiendan tomar acciones que van desde determinar el tipo de vehículos y transporte a conducir, hasta realizar revisiones periódicas y obedecer las normas de niebla y visibilidad. ¿Qué quiere decir todo esto?
El uso de formas limpias y eficientes a la hora de desplazarse es un plus en la lucha contra el ozono subterráneo o troposférico. Conducir un coche eléctrico o híbrido puede ayudare mucho. Requieren menos combustible, no tienen emisiones de escape, recortan su emisión de gas invernadero (empezando por los híbridos), son menos contaminantes y, por todo ello, resultan más ecológicos.
Otra de las medidas de precaución a tomar contra el ozono subterráneo consiste en optar por métodos sostenibles como el andar o el ir en bici a los sitios, incluyendo asimismo usar el transporte público y, si no, compartir el viaje en coche con otra persona.
¿Y desde casa? Los profesionales de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) indican que en el hogar también se puede adoptar una postura ecológica. Basta con usar productos de limpieza que sean respetuosos con el medioambiente; guardar bien cerrados y sellados aquellos químicos de cuyo uso sea imposible renunciar, a fin de evitar que exhalen smog al evaporarse; y no quemar basura ni hojas ni materiales similares.