La economía mundial del plástico tiene varios conflictos que la humanidad debe resolver para que el planeta pueda sobrevivir. Esta tarea incluye múltiples complicaciones, tanto a nivel económico, ambiental como productivo.
Economía de plástico
En primer lugar, hay una conexión directa del sector petroquímico con la economía de la producción de plásticos. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico OECD este vínculo ha creado fuertes nexos con la industria fósil. Debido a que el 99% del plástico procede del carbono fósil. De esta manera las industrias del plástico y las del fósil están integradas económica e infraestructuralmente.
Mercado mundial del plástico
En segundo lugar, sobre las cifras de producción, un reciente estudio del proyecto PlastChem del Consejo Noruego de Investigación señala que el mercado mundial del plástico en el 2021 se valoró en 593.000 millones de dólares. Es decir 369 millones de toneladas métricas. Ahora, para visualizar esta información se puede tomar en cuenta que una ballena azul pesa alrededor de 100 toneladas. Así podemos imaginar que la cantidad de plástico que da la vuelta al mundo en el comercio mundial cada año, podría representar la dimensión de 4 millones de ballenas azules.
Contaminación por plástico
Además, un tercer punto estratégico es la contaminación por plástico. Según PlastChem Estados Unidos, China y los países europeos son los principales países productores de plástico, y las economías emergentes están experimentando una rápida expansión de la capacidad de producción local. Es decir, el crecimiento de la producción de plástico mundial es exponencial. Es un negocio global. De hecho, la OECD proyecta que los plásticos no reciclados derivados del petróleo seguirán dominando el mercado mundial en el 2060, así: las existencias acumuladas de plásticos en la naturaleza se triplicarían hasta alcanzar un estimado de 493 millones de toneladas que afectarían los ecosistemas marinos y los de agua dulce.
En este escenario de conflicto ambiental mundial, el resultado es la imposibilidad de gestionar el impacto ambiental de la producción de plástico, que tiene como responsables directos a las autoridades y empresas de los países productores que participan en este complejo mercado desde hace más de 90 años. Han sido diseñadores, artistas y varias comunidades quienes proponen iniciativas paliativas.
Reciclaje de plástico: gafas de sol colombianas
En Colombia se encuentra Saju. Es una empresa que transforma desechos plásticos en gafas de sol y lentes. Su propuesta tiene dos dimensiones interesantes, la primera es una estrategia artístico teatral que logra incluir a los usuarios en el diseño. Saju ha creado una máquina in situ que permite al cliente ser parte del proceso. En sus tiendas, el usuario inicia por escoger los colores del plástico procesado para reciclar, estos residuos provienen de juguetes usados y tapas de botellas de plástico. Luego puede identificar los cristales que se ajustan a sus gafas. Y con estas precisiones coloca la mezcla en un tubo transparente, y pulsa el botón de inicio. Este proceso dura 20 minutos. Con un performance teatral, sucede que un minuto antes de finalizar esta experiencia se apagan las luces de la tienda y un cronómetro va en cuenta regresiva. Cuando llega a cero se abre un compartimento y después de una capa de humo las gafas ven la luz. La segunda dimensión de Saju es la educativa, tanto en la tienda como cuando se reserva la compra online, ellos comparten información con detalles del proceso de reciclaje tanto materiales como procesos.
Innovación en Ecuador: Lentes y gafas de sol
En América Latina se pueden ubicar experiencias similares, por ejemplo en Ecuador: Bottleyes. Iniciaron como una startup que decidió hacer lentes a partir de botellas de plástico recicladas. Según Forbes (2024) Bottleyes diseñó unas bisagras que fueron el detonante de su éxito. Ingresaron a uno de los scaleups oftalmológicos más importantes del mundo, que busca acortar la brecha visual en países subdesarrollados. Según William Romero, CEO de Bottleyes, quien ha sido nombrado como uno de los 20 líderes en sostenibilidad de América Latina por el Latin American Leaders Awards. Su propósito es convertir a las personas con necesidades visuales en el motor de las transformaciones ambientales que el planeta necesita. En su entrevista con Forbes mencionó que: “El 70 % del plástico que consumimos termina en los vertederos del mundo, es decir, solo un 30 % se recicla. (…) Por otro lado, un tercio de la población mundial tiene necesidades visuales que los llevan a usar anteojos y no todos poseen los recursos para costearse productos de primera necesidad.”
Reciclaje en Argentina: diseño y activismo ambiental
Finalmente, en Argentina está Mutan. Es una empresa de diseñadores y activistas ambientales, trabajan desde la recolección de tapas de botellas de plástico, la limpieza, clasificación, y trituración, hasta obtener materia prima para evitar que el posconsumo de plástico termine en el mar. Tienen diversos productos, entre ellos gafas de sol. Hasta el día de hoy han reciclado y recuperado 6400 kg de plástico y desde el 2016 han ahorrado 12.800.00 litros de agua. Es así como profesionales de las artes y la innovación se organizan y producen opciones para evitar los efectos nocivos a escala local del consumo y la producción indiscriminada de plástico. Seguramente la miopía de los productores globales transnacionales es incurable, pero los esfuerzos de sostenibilidad intentan mejorar la visión de los humanos. Con seguridad esta energía de cambio que viene desde las artes y la innovación será inspiración para cambios regionales futuros.