¿Te imaginas una escuela sin carpetas, donde tu aula es la naturaleza misma? Así es Amalaka, una escuela única en Colombia (y probablemente en todo Latinoamérica) situada dentro de una reserva.
Esta cualidad no se la otorgan sólo sus espacios, sino su enfoque educativo que lleva el aprendizaje a niveles inesperados, pero efectivos, para formar seres humanos íntegros en conexión con su entorno.
Si has crecido en una ciudad, bajo un sistema educativo rígido donde el docente imparte la información a memorizar. Aulas con carpetas milimétricamente acomodadas. Uniforme impecable e inalterable, seguramente verás con extrañez una escuela como Amalaka. Incluso estarás desconcertado, pues esta forma de educación no se asemeja a la idea que tenemos de cómo debería ser un colegio. Pero, no cometas el error de prejuzgar. No desesperes, pronto comprenderás de que se trata esta institución y su interesante propuesta para formar seres humanos con mayor conciencia social y ambiental. Algo que sin duda hace falta en la actualidad.
De cualquier manera, es probable que infieras los beneficios de crecer rodeado de naturaleza, ya que esta juega un papel importante en nuestro bienestar físico, mental y emocional (para ahondar en este tema te sugerimos visitar nuestro artículo titulado La importancia de la naturaleza en la educación infantil). Si una salida al parque o un fin de semana en el campo pueden significar un cambio positivo para un niño.
Un lugar especial
La palabra Amalaka significa un lugar donde me siento bien, y qué mejor lugar que en medio de la naturaleza.
Amalaka, en el municipio de Totoró, Cauca, a las afueras de Popayán. Su extensión abarca 125.100 m2, propiciado por el río Cofre, que une los parques nacionales naturales de Puracé y Munchique. Por ello, cuenta con una gran biodiversidad de especies de flora y fauna.
Así, la escuela fundada por Ana María Frankhauser, está rodeada de ríos, bosques, animales silvestres, e incluso comunidades indígenas y campesinas.
3 décadas de innovación educativa
Inició sus operaciones hace más de 30 años, con un video, como parte de un proyecto educativo que llevaba talleres a los niños de la zona. En 1996, Ana María funda la escuela tras notar las limitaciones del sistema educativo tradicional, para desarrollar sus capacidades individuales y colectivas.
Es, Amalaka empieza a funcionar como una escuela, ya formalizada, con una propuesta de educación diferente. Una educación ambiental que trajo consigo muchos desafíos, principalmente generados por las percepciones ajenas que influían en los padres sobre lo que se espera de una educación formal.
La lucha de Amalaka
Como era de esperarse, la lucha más tenaz estaba en lograr integrar a los padres y maestros a las propuestas educativas de Amalaka. Según narra la propia Ana María en su artículo “Es toda la tribu la que educa al niño”, los padres se preguntaban qué estaban aprendiendo sus hijos ahí. Tenían ideas preconcebidas sobre cómo debería ser el aprendizaje escolar y veían con escepticismo que actividades agrícolas o ganaderas formaran parte de una educación formal. Estas exigencias parten de las características de la sociedad, de la incertidumbre y el miedo al futuro. Ahora, los padres apoyan firmemente la escuela.
Más allá de la escuela, el centro alberga diferentes actividades para la zona, desde biohuertos a turismo sostenible, incluyendo comunidades aledañas e influyendo positivamente en todos los habitantes. Para ellos, es importante que la comunidad apoye la educación de los alumnos y que el enfoque prevalezca más allá de la escuela, ya que el aprendizaje no se limita al colegio, sino que está presente en todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, es importante que los padres, familias, maestros y comunidades estén inmiscuidos en el modelo, formando un tejido cooperativo de educación. Este tejido también incluye a voluntarios de diferentes países, cuya presencia aumentó a partir del 2013 y que llevan este modelo pedagógico a todos los rincones del mundo.
La escuela màs sostenible
El enfoque medio ambiental está presente en todos los aspectos de la escuela, con la auto sustentación y la circularidad como meta final. Actitudes por las que ha sido premiada en 2023 como la escuela más sostenible de América Latina. Se coronó como ganadora internacional sobre más de 1300 escuelas participantes entre Colombia, Brasil y México. El premio, otorgado por la OEI y la Fundación Santillana, se obtuvo gracias a su proyecto “Conservar para transformar”. El premio fomenta la protección y conservación ambiental, y que surgió de la necesidad de transformar una tierra erosionada en una reserva natural reconocida por el Estado.
“La educación debe fomentar el bienestar y la felicidad (…). Todas las escuelas deberían trabajar la parte medioambiental no como una cátedra, sino como algo transversal”
Ana María Frankhauser para ColombiaVisible
Una escuela fuera de lo ordinal
La propuesta de Amalaka se apoya en distintas ideas educativas alternativas de enfoque social. Principalmente se basa en la pedagogía freinetiana, del maestro y pedagogo francés Célestin Freinet.
Esta pedagogía pone al alumno y sus intereses como el centro, proponiendo una educación autónoma, practica y participativa. Aquì se toman en cuenta las habilidades y cualidades individuales, pero donde también se trabaja el trabajo en equipo, la cooperación, la socialización y el compartir.
A diferencia del sistema tradicional, propone la investigación al aire libre, la observación y la exploración a través de los sentidos. Esto es el método natural de aprendizaje, ya que el conocimiento está en el exterior, en las experiencias que puedan vivir. Por eso, es importante que sientan esa libertad y conexión con la naturaleza que un aula regular no te da.
Una escuela tradicional
En Amalaka el enfoque que prima es uno sostenible, humanista y sistémico, con atención psicosocial. Se trabaja por proyectos y talleres de interés, ya que consideran que el verdadero conocimiento debe salir del interior de cada uno. Sus ejes temáticos son la educación alternativa de calidad, la gestión cultural y el medio ambiente. El desarrollo rural sostenible y sustentable.
Una escuela tradicional trabaja de manera vertical, con relaciones autoritarias, donde el encierro, castigo, inmovilidad forman conductas de heteronomía, sumisión, temor. Todo eso repercute en formación de capacidades como la tolerancia y convivencia. Se centra más en la capacidad del alumno de memorizar el conocimiento en lugar de aprender a ser y pensar, y trabajar en sus propias habilidades y vocaciones. Un aprendizaje forzado deteriora la imaginación del niño y su amor por el conocimiento.
Entonces ¿cómo funciona el aprendizaje? Tal como ocurre en la naturaleza, de manera intrínseca. Los niños descubren texturas y sensaciones. Aprenden desde lo lúdico, desde lo que perciben con sus sentidos. Así, el aprendizaje no es de forma lineal, sino que el alumno va despertando sus habilidades al explorar, tantea por donde ir, avanza, retrocede para observar, vuelve a avanzar, examina; no está regido por textos académicos.
Otra forma de ver la educaciòn
Aquí se propone otra forma de ver la educación, con toda la comunidad educativa como pieza clave. La escuela es sólo una parte más en esta red y es igual de importante de la familia, la cultura o la coyuntura política.
Es por eso por lo que la vinculación de los maestros con el estilo pedagógico es de suma importancia y es un proceso largo, que requiere tiempo y paciencia de ambas partes. Es importante recalcar que la relación es de trabajo en equipo entre maestros y alumnos, no vertical. Los maestros funcionan como orientadores para ayudar a formar ideas cuando la situación lo amerite. Para que sus percepciones se transformen en una propuesta que conlleve una acción o reflexión, y se aprecie en forma de cuento, tema o proyecto. Brindan orden y disciplina cuando se requiere, están atentos a los ritmos y etapas de cada uno. Su desafío reside, además, en trabajar conceptos abstractos (como el tiempo y espacio) y relacionarlos a las materias básicas de la educación, combinar globalización y desarrollo con tradición e identidad.
El trabajo interdisciplinario es la forma laborar en dicha escuela. Los proyectos mezclan distintas disciplinas para relacionar el currículo escolar con lo cotidiano, con su entorno. Esto resulta particularmente enriquecedor pues, el azar y el imprevisto de las situaciones les permiten plantear soluciones ágiles, se sistematizan las vivencias. Se incentiva la investigación, se aprende en diferentes entornos (excursiones, salidas, paseos).
Individualidad en los proyectos
Se toma en cuenta la individualidad en los proyectos, por lo que todas las formas de expresión son válidas. Algunos se decantarán por el lado artístico, otros por lo artesanal o la comunicación escrita, por ejemplo. Esto ayuda a que se forme como un ser humano integral.
Dar valor a cada alumno por quién es como persona, más allá de su rendimiento académico, es un acto que resaltar, pues le otorga al niño la seguridad para expresarse y participar en comunidad. Ana María observa la necesidad de los niños de encontrar en sus maestros y escuela una resonancia que les confiera una finalidad y sentido a su vida, de sentirse realmente escuchados y entendidos, porque eso abrirá su corazón y espíritu.
Colectividad
Pero, así como la individualidad es importante, también lo es la colectividad para estimular valores como la solidaridad, unión, amistad y la convivencia armoniosa en la diferencia. Vivimos en comunidad, por lo que es necesario que se aprenda a vivir en grupo sin dejar de ser valorados como seres únicos, sin separar, sino incluir, por lo que se busca el apoyo e integración de municipios cercanos y comunidades excluidas.
Asimismo, se busca promover la creatividad, que permite una mente activa, que hace preguntas y rompe esquemas, que critica y propone; el afecto, que nos une como humanos; el saber, la democracia, la libertad y el diálogo para la resolución de conflictos. Para esto es necesaria la interacción con sus pares, contrastar información e intercambiar conocimientos. Todo esto se da -y debe darse- de manera voluntaria y de iniciativa propia, pero se brindan espacios que incentivan tales acciones. Por ejemplo, cuentan con un centro de reunión donde se juntan estudiantes y maestros para charlar y resolver conflictos junto al fuego, donde se valora cada punto de vista e iniciativa.
Antes que científicos o personajes ricos y famosos, ¿no necesitamos seres humanos críticos, abiertos, participativos, que respeten la vida, que crean todavía en una vida digna, de convivencia, pluralismo, justicia, tolerancia y solidaridad?»
Ana María Frankhauser
Por supuesto, ahora los padres miran con buenos ojos lo aprendido por sus hijos y se sienten a gusto con la educación que reciben. Notan que sus hijos están más felices, son más sociables y profundizan en sus intereses, que abarcan un gran abanico de gustos.
Agentes de la conservación ambiental
El enfoque ambiental es fundamental para la escuela pues se ubican en una Reserva Natural. Esto les permite aprender de primera mano sobre la naturaleza, pero también ver los peligros a los que se enfrenta si no cambiamos nuestra forma de vida. Por ello, los estudiantes se involucran totalmente en prácticas ambientales que tienen el objetivo de formarlos como agentes de conservación y de cambio.
Actualmente, son alrededor de 100 alumnos en la escuela y todos ellos reciben formación en técnicas agrícolas y ganaderas, en aprovechamiento de residuos, conservación del agua, cuidado y estudio de especies, entre otros, que les permite aprender a valorar y a convivir con los demás tipos de vida. Todo esto evidencia a la reserva como un valioso activo para la construcción social y subjetiva del niño.
Sostenibilidad promovida
Sus espacios promueven la sostenibilidad, se trata de generar el menor impacto en el área y aprovechar de la mejor manera posible los recursos y residuos. Tal es el caso, que hasta sus baños son ecológicos.
Tienen una granja, un vivero y una huerta, donde los estudiantes participan activamente en el cultivo y cosecha de sus alimentos, y en el cuidado de animales. A veces, incluso recogen animales en mal estado y los llevan a la granja para que reciban el cuidado adecuado. También, cuentan con un aljibe, que acumula agua a nivel freático todo el año -a modo de acuífero superficial- y brinda agua potable a toda la zona.
La educación debe generar asombro frente a la vida para protegerla”
Ana María Frankhauser para ColombiaVisible
Sin embargo, no todo pinta bien para la continuidad de este innovador proyecto educativo.
Problemas de doble camino
Desde hace 7 años la escuela se encuentra en medio de una disputa legal por el terreno. La Agencia Nacional de Infraestructura de Colombia (ANI) quiere construir una doble vía de la panamericana dentro del área de la reserva, que atravesaría parte de la escuela y quitaría unos 8.843m2 de terreno a la reserva.
La construcción de la doble calzada Popayán-Santander de Quilichao afectaría a miles de especies de flora y fauna (muchas de ellas endémicas y en peligro de extinción o bajo protección especial), a los ríos, comunidades, familias y a la escuela misma. No solo echa bajo tierra todos los años de esfuerzo en la restauración del ecosistema, sino que comprometería una quebrada que proporciona agua al aljibe (y con eso el agua potable de toda la reserva), así como una zona destinada al crecimiento de especies de árboles protegidos, los alimentos de la escuela y a los alumnos. Sin mencionar la contaminación del aire, la contaminación sonora, y el peligro de desprendimiento de una loma que destruiría la escuela.
Ubicaciòn de la escuela
Desde la escuela reconocen la importancia de las carreteras para la comunicación y comercio del país, por lo que no se oponen a la construcción. Sin embargo, piden que se consideren alternativas para su ubicación.
La misma comunidad Amalaka ha propuesto al gobierno otro posible lugar para la vía. Tras realizar estudios técnicos han presentado planos que sustentan que se generaría un menor impacto ambiental y social si se construye justo al frente del lugar destinado, ya que no hay áreas protegidas o comunidades cerca. Además, significaría un menor coste y una alternativa más eficiente que la actual. No obstante, el gobierno se muestra reacio y las entidades correspondientes continúan ignorando sus protestas.
Alumnos, padres, maestros y toda la familia Amalaka llevan haciendo campañas por distintos medios para ser escuchado. Su principal plataforma de comunicación son las redes sociales y hasta han iniciado una petición a través de change.org para dar visibilidad a su causa. Aún sin respuesta, continúan buscando que se dé el dialogo entre las partes para llegar a un acuerdo. Y, de manera adicional, alternativas que les permitan sostenerse financieramente para seguir brindando educación de calidad en la zona y poder aumentar el cupo para acoger a más estudiantes.
Sin duda, sería una pena que un proyecto como el de Amalaka se vea truncado por la construcción de una carretera. Un proyecto educativo que tiene toda la intención de continuar apostando por el crecimiento integral del estudiante. Se espera un desarrollo como ciudadanos responsables con la sociedad y el planeta. Una mirada que debería ser tomada en cuenta para cualquier currícula escolar y que, hoy más que nunca, resulta necesaria.