Durante el día, gracias a la transformación de los alimentos en energía, que es nuestro combustible, somos capaces de realizar innumerables acciones. Por eso nuestro cuerpo, bien sea en reposo o en movimiento, es capaz de producir energía. Gran parte de ésta la utilizamos, obviamente, para el trabajo y las actividades cotidianas normales, pero ¿cómo podemos aprovecharla aún mejor? ¿Es realista pensar que podemos convertir la energía humana en otro tipo de energía?
Un golpe de pedal, el calor humano y un paso, pueden lograr resultados considerables e inesperados y, literalmente, ayudar a mover el mundo.
Produciendo a golpe de pedal
Uno de los primeros mecanismos que permitieron aprovechar nuestra fuerza física fue la dinamo instalada en una bicicleta y que ya se utilizaba a finales del siglo XIX.
La fuerza de las pantorrillas es convertida en energía eléctrica por la dinamo, lo que permite encender la luz de la bicicleta.
Pero, ¿cómo puede un solo individuo pedaleando beneficiar a toda una comunidad? Vayamos a Sudamérica, a Brasil, donde un juez ha decidido obligar a los presos a pedalear en bicicletas estáticas. En el proyecto, denominado “Proyecto Luminar”, participan presos que se han distinguido por su buen comportamiento y ya han cumplido la mitad de su condena.
Por ocho horas diarias de actividad física, hay una reducción de condena de 24 horas, al tiempo que se dona electricidad a las calles de las ciudades donde se encuentra la prisión.
Veamos ahora otro ejemplo, esta vez en Roma, la capital italiana. Aquí, los estudiantes tienen la oportunidad de pedalear 15 minutos al día y recargar una tarjeta con “créditos de energía” que aumentan a medida que se incrementa el número de revoluciones de la rueda. Así, los alumnos no solo tienen la oportunidad de contribuir a la energía utilizada por la escuela, sino también de utilizar los créditos para actividades recreativas.
Si, por el contrario, nos encontramos en Copenhague y no sabemos muy bien dónde almorzar, podemos dirigirnos al Crown Plaza. Si pedaleamos durante al menos un cuarto de hora, el hotel recibirá energía y obtendremos una comida caliente gratis.
Y no olvidemos que pedalear mejora nuestro estado de ánimo en un 20%.
Calor humano
Una persona en reposo puede emitir 100 vatios de calor, mientras que durante un entrenamiento puede alcanzar los 1000 vatios, básicamente con esta cantidad de energía serías capaz de hervir un litro de agua en 6 minutos.
¿Cuánto calor humano pueden generar cientos de personas bailando en una discoteca? Evidentemente, los creadores de Bodyheat, un sistema experimental que se ha instalado en una discoteca escocesa, también se han hecho esta pregunta.
El calor producido por todos los que se mueven (o no) al ritmo de la música se recoge del techo y se envía a unos pozos situados a 150/200 metros de profundidad, alimentando una especie de batería térmica que libera el calor cuando es necesario. De este modo, el sistema de calefacción, al funcionar menos, tendrá un menor impacto en el consumo de energía, con una reducción de 70 toneladas de emisiones de carbono al año.
En Suecia, por otra parte, se ha instalado en la estación de metro de Estocolmo una bomba que capta el calor corporal producido por los viajeros y lo almacena en el agua que calienta las oficinas situadas encima de la estación. Gracias a este mecanismo, las necesidades de calefacción se reducen entre un 5 y un 10%.
La Universidad de Colorado, por su parte, ha convertido el cuerpo humano en una batería. De hecho, ha creado un dispositivo muy similar a un anillo capaz de convertir la temperatura interna del cuerpo en electricidad. Estamos hablando de 1 voltio por cm² de piel con la que el dispositivo está en contacto. Una persona caminando a paso ligero podría generar hasta 5 voltios de energía, pudiendo así recargar relojes o rastreadores de fitness.
Los pasos y el efecto piezoeléctrico
¿Alguna vez has oído hablar de este efecto? Ya en 1800 Pierre Curie descubrió que ciertos materiales sometidos a presión tienen la capacidad de generar corriente eléctrica. Algunos de estos elementos son el cuarzo y el potasio, aunque posteriormente se encontraron otros. De este principio surgió la idea de producir energía a partir de la presión de los pasos humanos sobre materiales sensibles. El teniente de alcalde de Toulouse hizo construir carreteras con sensores piezoeléctricos en su interior. En Turín, se han instalado en algunas plataformas utilizadas para ejercicios deportivos.
Más al sur, en Nigeria, se han instalado 100 baldosas “especiales” Pavegen en un campo de fútbol, un revestimiento de suelo que transforma la energía cinética en electricidad. Gracias a ellas, se crea electricidad suficiente para iluminar el propio campo, y de este modo se ha dicho adiós a un viejo y contaminante generador diésel.
Por tanto, montar en bicicleta y caminar no solo es bueno para nuestro físico y nuestro estado de ánimo, sino también para el medio ambiente y nuestro bolsillo.