Bioarte e investigación configuran un campo con varias prácticas artísticas que abren las posibilidades para generar conocimiento. En el bioarte se combinan la biología con el arte para crear, investigar y expresar lenguajes artísticos y en algunas ocasiones diseñar respuestas para necesidades específicas de la sociedad. En este sentido, la investigación científica para el desarrollo de biomateriales conecta las artes con la ciencia.
Cómo inició su investigación
Hace más de diez años la Dra. Gabriela Punín, docente de la Universidad Técnica Particular de Loja, inició su investigación en bioarte y biomateriales. Su primer resultado fue obtener papel de fibra natural. Es decir, consiguió papel a partir de plantas de desecho de ciclo corto. Para ello, investigó más de 60 plantas de ciclo corto para encontrar aquellas que no afectan a la naturaleza. Esta investigación implicó profundizar el conocimiento sobre fibras, manejo, cultivo y limpieza de fibras, y la dimensión más importante: encontrar posibilidades que no afecten a la naturaleza.
Su primer hallazgo: el papel de plátano
De este proceso inicial, Punín consiguió papel de plátano, fabricado con el pinzote de plátano que es la fracción de la planta que soporta el conjunto de bananos. Para algunas empresas bananeras en Ecuador resulta un problema de gestión de desechos. Esto ocurre porque ellas exportan el banano, pero se quedan con el desecho de la cabeza, que es el racimo de bananos. En algunos casos, esta puede servir de abono, pero dado que la cantidad es muy grande, no siempre es posible darle una utilidad. Además, como Punín cuenta con una patente por el reciclaje de pinzotes para hacer una fibra de cartón biodegradable, también pudo patentar un cartón biodegradable para la industria y la exportación de plátano.
En esta misma línea, Punín elaboró papel de cebolla con desperdicios de varios restaurantes ecuatorianos. Con estos primeros resultados en papel, sus aplicaciones fueron objetos utilitarios, como lámparas, y arte. Para comprobar en qué tiempo estos materiales se hacían biodegradables, sembró el hongo del palo santo, que se degradó muy rápido, alrededor de un mes. Así empezó su trabajo con los hongos.
Una piel diseñada a partir de la kombucha
Luego, vino la investigación con el líquido de la kombucha. A lo largo de muchos años de investigación y experimentación, Punín aprendió a ver cuál era el mejor medio para que la piel saliera de la mejor manera. Entonces lo que hizo fue determinar el medio ideal para que crezca. Es decir, la temperatura y el PH.
La kombucha es una bebida de uso comercial, sin embargo, ella la recolectó y sembró el inóculo que es una concentración de microorganismos para formar un consorcio microbiano con hongos, bacterias, microbios y levaduras. De esta manera, se forma un tejido celular que llega a ser un biopolímero. De esta experiencia, la investigadora también patentó el proceso, y ahora lo utiliza como soporte para su obra artística. Además, transfirió la patente a una diseñadora que lo usa en carteras y zapatos. Actualmente, otra de las utilidades que se le da a esta piel son las suturas realizadas durante las prácticas de estudiantes de medicina.
El descubrimiento de plástico biodegradable
Los hallazgos de Punín no quedaron ahí, porque ella también descubrió un plástico biodegradable, flexible, junto con María José Valarezo, alumni UTPL, con el que ganó la medalla de oro en a categoría de Química Inorgánica en la Feria Mundial de Invenciones Taiwan Inotech Expo 2022. Este desarrollo de biopolímeros fue realizado a partir del almidón de yuca y cáscara de plátano. Transfirió su patente a la South American Exportation para envolturas de fruta de exportación. Esa es una fórmula con la que ganó por innovación y el uso con la transferencia de la patente. En el mundo, un plástico normal se degrada ente 100 y 300 años, y el biopolímero que creó Punín se degrada en tres meses, en contacto con el compost. Otro detalle interesante es que para su elaboración se usan bajas temperaturas, lo que quiere decir que el gasto de energía es menor. Así la industria no invierte en energía.
Investigación y procesos artísticos
En el caso de la investigadora, el trabajo del laboratorio también es terapéutico, en la medida que su dedicación al bioarte y a la investigación se ha convertido en procesos de juego y experimentación. El biopolímero resultante de su trabajo de investigación se ha transformado en una piel, un sustrato de sus obras artísticas que han viajado por múltiples exposiciones internacionales en Londres, Lisboa, México, Chile, Perú y Ecuador. Como ella misma dice, es una piel en la que ha podido plasmar su dolor, experiencias, heridas y cicatrices personales. Este se ha convertido en el material que ama, el lienzo en el que ha plasmado todo lo que siente.
Si te interesa puedes conocer opciones de materiales ecológicos que minimizan el impacto ambiental.
