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Naturaleza: fuente de energía limpia

Visual Curator
Norma Marquez
Translator
Bryan Bravo

Helios, Poseidón y Eolo.

Los dioses del sol, el mar y el viento.

Es evidente que los antiguos griegos ya habían comprendido el gran poder de estos elementos naturales hasta tal punto que les rendían culto.

Por mucho que apreciemos el mar y el viento en un día soleado, debemos recordar que estos elementos valen mucho más que un día agradable en su presencia.

La fuerza del mar y del agua, la energía del viento y los potentes rayos del sol nos permiten crear energía limpia.

Respetando la naturaleza, la energía limpia se produce mediante métodos que no liberan gases de efecto invernadero ni otros contaminantes. La naturaleza se convierte en una fuente de energía limpia y renovable.

Los rayos solares

El antecesor de nuestro panel solar se inventó hacia 1700. Era un recipiente de madera con unas cuantas capas de vidrio que tenía la capacidad de absorber los rayos del sol. Ha habido que recorrer un largo camino para llegar a los que utilizamos hoy, pero ahora disponemos de una tecnología de vanguardia que ha dado buenos resultados.

La capacidad de estos instrumentos es precisamente la de producir electricidad cuando son alcanzados por los rayos del sol. Esta tecnología se llama energía solar fotovoltaica.

 

A lo largo de los años se ha planteado varias veces la idea de crear un campo fotovoltaico en el Sáhara. Se cree que para satisfacer la demanda mundial de electricidad bastaría con colocar paneles solares en poco más del 1% de este inmenso desierto.

En cambio, la tecnología solar termodinámica emplea espejos. Los rayos del sol quedan “atrapados” en un único punto, generando así calor. El vapor resultante se convierte en electricidad.

El agua

Otra fuente que nos permite producir energía ilimitada es el mar. La energía marina aprovecha el movimiento del agua. De hecho, las olas, las mareas y las corrientes producen energía mecánica que se transforma en energía eléctrica. Fue en 1799 en Francia donde se patentó por primera vez este mecanismo para extraer energía del movimiento de las olas.

Al mismo tiempo, es necesario mencionar la energía producida por el movimiento del agua en ríos y arroyos para la generación de energía hidroeléctrica.

La energía cinética producida por los ríos o cursos de agua se convierte en energía eléctrica mediante centrales formadas por turbinas y alternadores.

El viento

¿Ha estado alguna vez debajo de una turbina eólica o de una pala?

El tamaño del aparato y la fuerza en el desplazamiento del aire son asombrosos.

El largo de una pala puede oscilar entre 10 y 85 metros. La mayor del mundo se encuentra en China, con 128 metros de longitud.

El hombre lleva miles de años aprovechando la energía mecánica producida por la rotación. De hecho, parece que el primer molino de viento se concibió y construyó en la antigua Babilonia.

Hay que señalar, sin embargo, que para que las aspas giren se requiere una velocidad mínima del viento de entre 10 y 15 km/h.

La energía eólica, solar, marina e hidroeléctrica son fuentes renovables y alternativas muy válidas y necesarias para hacer frente a la extrema contaminación a la que hemos sometido a nuestro planeta, pero no todo es lo que parece.

No es lo que parece

La construcción y el mantenimiento de los sistemas mencionados tienen un coste muy elevado que no debe subestimarse. El impacto acústico y visual de algunos de estos dispositivos puede tener un fuerte efecto y, en ocasiones, ser un factor disuasorio para su construcción. La fauna puede sufrir con su presencia debido a la alteración de su hábitat.

Sin embargo, el esfuerzo realizado hasta ahora para encontrar alternativas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente en la producción de energía es encomiable. Seguirá siendo necesario investigar e invertir para reducir aún más el posible efecto negativo de las estructuras y dispositivos actuales, pero sin duda estamos en el buen camino hacia un futuro más verde con el apoyo de la naturaleza como fuente de energía limpia.