Qué variado e interesante es el mundo de la moda, ¿verdad? Más aún si hablamos específicamente del sector del lujo. ¿La industria de la moda de lujo está exenta de explotación laboral? Podríamos decir que sí (ojalá pudiéramos decir que sí), si nos centramos en la ideología en torno al concepto. Por desgracia, la realidad es diferente. La Real Academia de la Lengua Española (RAE) define el lujo como «alta categoría, excelencia o exquisitez que tiene algo por la calidad de las materias primas utilizadas en su fabricación, sus altas prestaciones o servicios».
Cuando hablamos de productos de lujo, no sólo nos referimos a bolsos, joyas, ropa bonita etc. También nos referimos a la idealización de un estilo de vida elevado, a la idealización de un alto estilo de vida. Los artículos de lujo no satisfacen necesidades básicas o inmediatas, sino que satisfacen aspiraciones, riqueza y estatus socioeconómico, por ejemplo. No podemos generalizar nada en la vida, pero es muy probable que así sea para un buen porcentaje de personas. Aunque el mundo del lujo pueda parecer una vida de ensueño, probablemente para otras personas esa misma palabra esté más bien asociada a una pesadilla: productores.
Moda de lujo una industria de miles de millones
Según datos de STATISTA, el sector de la moda de lujo tendrá un valor de 283 mil millones de euros en 2021. El precio de los artículos de marcas como Louis Vuitton, Gucci, Prada o Hermés supera fácilmente los 1.000 euros. Son muchos los factores que determinan el precio de estos productos: materiales de primera calidad, procesos de fabricación, prestigio de la marca o empresa, localización y costes de producción, servicio exclusivo al cliente. Pero, por ejemplo, ¿qué hay detrás de un bolso Prada Galleria?
Hay que fabricar todos los productos, desde los más pequeños y sencillos hasta los más grandes y elaborados. Podría decirse que estos procesos se llevan a cabo con los más altos estándares. No sólo en relación con los materiales utilizados, sino también con las condiciones de trabajo. Al fin y al cabo, estamos hablando de marcas de lujo, ¿no? Por desgracia, no.
Las variantes de la sostenibilidad
Hoy en día, el término «sostenibilidad» está ganando cada vez más importancia, popularidad y fuerza en todo el mundo. Pero tengamos en cuenta que la sostenibilidad no sólo está relacionada con el medio ambiente. Este concepto abarca también otros temas muy importantes, como la ética, la responsabilidad social y la calidad del trabajo. Una realidad del mundo de la moda es la moda rápida. Una industria denunciada por malas prácticas, como la contaminación del medio ambiente y la explotación de los trabajadores. Por desgracia, estas malas prácticas no son exclusivas de la moda rápida. El lujo también forma parte de eso. El problema se concentra sobre todo en el área de producción, donde algunas marcas intentan reducir los costes al máximo.
Aunque se trata de dos categorías totalmente diferentes, algunas actividades parecen ser las mismas. Desgraciadamente. Porque una parte de la producción de ciertos artículos, como bolsos, zapatos y otros accesorios, se subcontrata. Esta es una muy buena opción para las marcas de lujo porque de esta manera evitan las responsabilidades económicas, legales y sociales, pero siguen teniendo el privilegio de obtener el producto final que buscan. KnowTheChain, un sitio web que trata de mostrar los problemas dentro de la cadena de suministro, clasifica a las empresas en función de la calidad del proceso de producción. LVMH, uno de los mayores conglomerados de marcas de lujo, ocupa el puesto 29 de 37 empresas, mientras que Kering ocupa el puesto 21.
Productores de bienes de lujo
Otro informe publicado por STATISTA muestra que los principales países donde se concentra la producción de bienes de lujo a nivel mundial son Estados Unidos, China, Japón e Italia. Sin embargo, los trabajadores que realizan el trabajo suelen ser inmigrantes que llegan a estos países con la esperanza de encontrar un trabajo que les permita tener una vida digna. Por desgracia, acaban encontrando trabajo en fábricas, a menudo clandestinas, que producen artículos para marcas de lujo de fama mundial. Estas empresas de subcontratación ofrecen a sus empleados un trabajo con horarios exagerados por un salario inferior al mínimo legal y en condiciones insoportables.
Muchas veces, a pesar de la falta de equipamiento de seguridad adecuado y de las prestaciones adicionales, es mejor no decir nada. «The Lights and Shades of Fashion», publicado por Moconomy, habla de este mismo tema y da voz a los empleados afectados, y podemos ver una gran injusticia en relación con el dinero. El precio de venta de algunos zapatos de YSL supera los 700 euros, pero la marca paga unos 24 euros por pieza y, por cada pieza realizada, el propietario de la fábrica paga 4 euros a sus empleados.
Aunque es un vídeo de hace unos 6 años, merece la pena verlo para preguntarse si ha habido una evolución positiva a favor de los trabajadores en estos años. ¿Qué ha cambiado, qué ha mejorado? ¿Qué empresas han tomado medidas para detener estos abusos? ¿Qué hacen los gobiernos? ¿Se han aplicado leyes para garantizar los derechos de los trabajadores? ¿Existe ya una normativa que sancione a las empresas y marcas? ¿Hay un antes y un después estos 6 años? ¿Ha cambiado la situación? ¿O simplemente se ha detenido el tiempo y las cosas siguen igual?
¿Y qué decimos de las leyes sobre el trabajo?
Es cierto que hay algunas organizaciones y asociaciones que luchan por los derechos de los trabajadores. Fair Labor Association, Industrial Workers of the World, International Center for Trade Union Rights, International Labor Rights Forum, International Labor Organization, Socialist International, BLUESIGN, Certified B Corporation, Fairtrade, The Forest Stewardship Council, The Global Organic Textile Standard, Worldwide Responsible Accredited Production, SA 8000 son algunas de ellas. Estas organizaciones son la luz al final del túnel para muchos trabajadores, pero aún queda mucho camino que recorrer. La cuestión de la sostenibilidad en todos sus sentidos debe ser importante no sólo para algunos. Los gobiernos deben aplicar estrictamente la normativa para que las empresas actúen de forma ética y responsable. Y no sólo hablamos de la industria de la moda de lujo, sino de todos los sectores, porque todo está conectado.
Por otra parte, no se trata de indicar a las marcas que contaminan o practican el trabajo forzado. También se trata de hacer una reflexión para analizar y reconocer nuestra participación en estas lamentables situaciones. Todo está conectado. Aunque el consumidor de estos productos tenga una participación algo indirecta, al final sigue siendo una participación y es importante reconocerla y ser consciente de ella. Este será el punto de partida para realizar los cambios.
La vida vale más de cualquier cantidad de dinero
Los números son importantes y es fácil hacerse una idea mucho más objetiva cuando tenemos datos concretos. Por ejemplo, si comparamos el precio final de un producto de lujo con lo que la marca paga a la fábrica y lo que realmente gana el empleado, podemos ver una clara injusticia. Pero no podemos basar el problema evidente sólo en los números, y mucho menos en el dinero. Se trata de seres humanos que pasan prácticamente todo el día trabajando en condiciones inhumanas en instalaciones precarias.
Muchas veces el proceso de fabricación de artículos de lujo requiere el uso de herramientas, máquinas y productos químicos que pueden afectar a la salud, y es importante contar con las salvaguardias y protocolos adecuados para realizar este trabajo correctamente y evitar accidentes. Desgraciadamente, los empleados no realizan su trabajo con el equipo adecuado porque los propietarios no lo proporcionan y las marcas tampoco lo exigen.
Es de vidas humanas que hablamos
En cierto modo, es angustioso darse cuenta del mundo en el que vivimos, donde los intereses económicos, los beneficios y la valoración multimillonaria de las industrias tienen prioridad sobre las vidas humanas. Todo se centra en cuánto dinero se gana, en lugar de lo que se hace para dar a los trabajadores empleos decentes. Estamos hablando de vidas humanas, de personas que, porque su situación y su vida sea diferente a la nuestra, no significa que son diferentes a nosotros. Toda vida es preciosa y digna de respeto.
En busca de equilibrio y justicia
Entonces, ¿qué podemos hacer? La educación es siempre la mejor opción para crear el cambio. Podemos empezar por lo básico: dejar de mirar para otro lado. Es importante que nos informemos y estemos al corriente de lo que ocurre. Por desgracia, los medios de comunicación no hablan mucho de estos temas, pero la información existe. Para saber más tenemos que buscar nosotros mismos. Recordamos que la forma en que las empresas tratan a sus empleados puede ser un reflejo de la empresa misma.
Creo en una cosa: que sólo una vida vivida para los demás es una vida que merece la pena.
Albert Einstein
Como hemos dicho antes, el objetivo no es culpar, sino reconocer que somos parte del problema. Al igual que influimos indirecta o directamente en los aspectos no tan positivos, también podemos cambiar el curso de las cosas e influir en las acciones positivas. Todos tenemos derecho a alzar la voz por los que no son escuchados, seamos o no consumidores de productos de lujo. Eso no nos excluye de nuestro derecho a exigir mejores prácticas tanto a los gobiernos como a las empresas.
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