¿Es posible vivir sin comprar?

El desafío de un día del Buy Nothing Day.

Author
Elizabeth Valverde
Translator
Viviana Grasso

Seguramente, en más de una ocasión has comprado algo de lo que te has arrepentido más adelante, ya sea porque nunca lo usaste o porque resulta obsoleto para tu estilo de vida. ¿Cuántas veces hemos caído ante la tentación de comprar el último electrodoméstico solo porque resulta llamativo y estaba con un gran descuento? Ni pensar en todas las veces que hemos comprado un vestido de fiesta sin tener una ocasión a la vista, solo porque era una ganga.

Sí, todos hemos cedido ante el impulso de comprar algo que realmente no necesitábamos. Tan solo mira cuántas de tus prendas siguen sin estrenar o cuántas veces has utilizado los artículos de cocina que viste en la TV.

¿Pero será realmente posible no comprar absolutamente nada? Pues el BND, o Buy Nothing Day, es una fecha que te propone intentarlo, al menos por ese día. Y lo más curioso: se celebra el mismo día que el Black Friday, una de las fechas con mayor consumo del año en el mundo.

Quédate aquí para descubrir más acerca de este día.

El atroz legado del Black Friday

Todos conocemos muy bien este día. Incluso fuera de Estados Unidos, esta fecha representa el clímax de las compras. Es imposible no pensar en los grandes descuentos y las peleas fuera de control que encabezaban las noticias.

Pero esta fecha, que supone un beneficio para el consumidor, en realidad esconde muchos problemas bajo la alfombra.

Sin ahondar demasiado en el tema, se pueden mencionar algunas de estas cuestiones. Por ejemplo, el golpe para los pequeños comerciantes que no pueden permitirse rebajas tan grandes como las cadenas internacionales, o las repercusiones en nuestra salud mental, alimentando la obsesión y las ansias por una felicidad que, al ser material, se da solo por unos instantes.

El Black Friday es sinónimo de consumo descontrolado. Eventos como este animan a las personas a comprar cosas que realmente no necesitan. Y más allá de significar un gasto inútil para el consumidor, genera un hábito de compra insostenible que está destruyendo al mundo. Porque no se trata solo de comprar aquello que sirva para cubrir nuestras necesidades básicas, sino de un deseo constante, característico del materialismo, de adquirir, descartar y volver a comprar.

El impacto ambiental de nuestras compras

El último informe de la ONU sobre la gestión de residuos a nivel mundial nos brinda cifras alarmantes. En el mundo, cada año se producen más de 2 billones de toneladas de residuos municipales sólidos. Este tipo de residuo se genera en cualquier lugar del mundo donde haya un asentamiento humano, de modo que todos nosotros somos responsables de él.

Se genera tanta cantidad de basura que se podría dar la vuelta al ecuador terrestre —sí, el círculo máximo de la Tierra— unas 25 veces.

Consumimos tanto que nuestros residuos podrían recorrer de la Luna a la Tierra ida y vuelta, o incluso más. Cada decisión, cada acción nuestra en el día a día tiene efecto sobre la acumulación de desechos.

Esta cuota de residuos está determinada por nuestra manera de comprar, usar y descartar, que a su vez determina la cantidad de energía y recursos que utilizamos. Hoy por hoy, estamos utilizando los recursos de la Tierra dos veces más rápido de lo que pueden regenerarse. Estamos agotando los recursos a un ritmo alarmante, y esto se debe a que producimos y consumimos más de lo que necesitamos.

Vertederos de ropa, una señal del consumo excesivo.

El consumismo está profundamente arraigado en la sociedad. Los bienes materiales se han convertido en parte de nuestra identidad. Entonces, ¿cómo dejamos de comprar? ¿Qué podemos hacer? La idea es ir reestructurando nuestros hábitos, y aquí es donde entra el Día Mundial de No Comprar.

Un día sin compras

Fue fundado por el artista canadiense Ted Dave en 1992, celebrándose por primera vez en Vancouver en septiembre de ese año. Sin embargo, fue en 1997 cuando se trasladó al último viernes de noviembre, justo un día después de Acción de Gracias, coincidiendo con el Black Friday. Esta fecha se eligió al darse cuenta del drástico contraste entre las dos celebraciones: un día dedicado a la gratitud seguido de otro que está marcado por el caos, la codicia y la superficialidad.

Así, esta fecha nace como un llamado en contra del consumismo, especialmente aquel que tiene lugar en la época prenavideña.

Bajo esta perspectiva, se presenta como una alternativa al Black Friday, poniendo en relieve el despilfarro y la locura masiva ocasionados por los significativos descuentos de las grandes cadenas comerciales. Su objetivo es denunciar el modelo de producción y consumo exacerbado que impera en la actualidad, que impacta no solo al planeta, sino también a nuestra salud mental.

Con tales características, se considera la iniciativa como un manifiesto anticapitalista, anticonsumo y ecologista, que aboga por una economía más sostenible.

¿Cómo puedo celebrar este día?

Gracias a diversas iniciativas particulares y a la promoción de AdBusters, hoy se celebra en 65 países alrededor del mundo. Básicamente, los participantes evitan comprar cualquier cosa durante el evento, demostrando así el poder del consumidor.

No hay pautas específicas para la celebración. Lo importante es no sucumbir al impulso del comprar durante las 24 horas del Black Friday.

La severidad de las restricciones varía según cada persona y su voluntad. Algunos no comprarán absolutamente nada, ni comida ni objetos; otros optarán por no adquirir cosas que realmente no necesitan. Por ello, sus críticos argumentan que un solo día no marcará ninguna diferencia, ya que después de este periodo, muchos volverán a sus hábitos habituales. Pero ese no es el propósito.

De hecho, el objetivo de esta celebración es todo lo contrario. No se trata de redimirse en un solo día por todas las compras impulsivas que hayas realizado a lo largo del año.

Más allá de evitar comprar ese día, es una ocasión para reflexionar sobre nuestras acciones, considerar alternativas al consumo masivo, replantear nuestras decisiones y tomar conciencia de nuestro impacto en la Tierra.

Es una fecha de introspección, pero también de comunidad. Se organizan actividades de concienciación, marchas, intercambios de ropa o libros, y caminatas, entre otras. Por lo tanto, es un día ideal para explorar nuestras vidas fuera del consumismo y lo material. Organiza paseos al aire libre, disfruta de tiempo en familia, tómate un respiro y disfruta de un día sin la presión ni la vorágine que alcanza su punto cúspide precisamente en el Black Friday.

¿Podemos ser felices con lo que ya tenemos?

Sin duda, es una pregunta que todos deberíamos plantearnos.

En un mundo donde los bienes materiales se han convertido en parte de nuestra identidad y medidor de éxito, esta pregunta resulta relevante.

Por este motivo, el Día Mundial Sin Comprar es importante. Nos invita a replantearnos el modelo económico sobre el que se mueve la sociedad, reflexionar acerca de la destrucción que genera el capitalismo y nuestro papel en medio.

Necesitamos una economía que tenga la sostenibilidad como pilar; una economía que reduzca residuos en lugar de generarlos, que construya cosas que duren en lugar de un deterioro programado. Necesitamos tomar una actitud más respetuosa y consciente con el planeta, cambiar nuestros hábitos de compra para consumir y producir menos.

Cuando compramos demasiadas cosas, no llegamos a utilizarlas todas. No solo desperdiciamos dinero, sino que malgastamos energía y recursos que escasean, además de generar demasiada basura.

Tomar conciencia de nuestras acciones no solo influye en nuestra huella ambiental, sino también en nuestro bolsillo. Con un gasto consciente y una mayor responsabilidad financiera, podríamos vivir de manera más plena, con menos preocupaciones y, por ende, ser más felices: una vida más simple, con menor dependencia de las posesiones materiales y centrada en lo que realmente importa.

Una mirada interesante sobre el tema nos la ofrece el libro “El día que el mundo deje de comprar” de J.B. Mackinnon. En él, Mackinnon nos muestra cómo sería el mundo si no girara alrededor de las compras y si nuestro papel principal no fuera el de consumidores regidos por la necesidad de tener cosas. No con el fin de dejarlo de la noche a la mañana —que, además de imposible, significaría un colapso en la economía—, sino de tomar conciencia del impacto de nuestros hábitos y generar una reducción sostenida de la cantidad que compramos.

Seamos consumidores más conscientes

Resulta complicado nadar contra la corriente. Lo sé. Un día sin compras es, de verdad, un desafío en el mundo moderno. Piénsalo: aunque digas que no, cada día compramos cosas pequeñas, ya sea un snack, una bebida, una pastilla o un boleto de bus, entre muchas otras. Consumir es parte de nuestra rutina, y eso no va a cambiar. Pero lo que sí puede cambiar es nuestro impulso irrefrenable de consumir hacia uno más consciente.

Ser un consumidor consciente se trata de hacer elecciones más sustentables.
Ser un consumidor consciente se trata de hacer elecciones más sustentables.

No quiero que pienses que te culpo si decides comprar algo en Black Friday. Si así lo eliges, está bien, pero es importante que seas consciente de tus acciones y que no te dejes llevar por la tentación de adquirir algo solo porque está en oferta.

El Black Friday puede ser una oportunidad para conseguir lo que realmente necesitas y que se ajuste a tu presupuesto, pero también puede convertirse en un desenfreno de compras innecesarias y deudas. Piensa antes de actuar: establece límites de gasto y adquiere solo lo que realmente necesitas y has planificado con antelación. No compres por impulso.

No se trata de cambiar tus hábitos solo por un día, sino de comenzar un compromiso a largo plazo para transformar tu estilo de vida. Un solo día probablemente no cambiará el mundo, pero puede ser un excelente punto de partida hacia una vida más sostenible y satisfactoria. Es fundamental tomar decisiones más conscientes sobre lo que compramos y dónde lo hacemos.

Ser un consumidor ético es una tarea diaria, no solo de un solo día.

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