Ya pasó. Después de varios anuncios, el agua se cotizó en la bolsa de Wall Street el 8 de diciembre. Si aún no has leído esta noticia, no te preocupes, no estás mal informado: simplemente no se ha hablado lo suficiente de ello.
Como se trata de finanzas y cotizaciones, es un punto de inflexión histórico que no hace mucho ruido. Eso porque sus consecuencias no son inmediatas ni fácilmente predecibles.
El hecho es que el bien más valioso del mundo actualmente es una mercancía (medio de cambio con el que se puede negociar y comerciar), como el oro, el petróleo y el café. Entonces, se verá influenciado por la especulación financiera, fluctuando con las tendencias del mercado.
El oro azul llegó a la bolsa estadounidense gracias al grupo Cme, que en colaboración con la Nasdaq, lanzó el primer futuro del mundo sobre el agua. Actualmente, el mercado está limitado a los recursos hídricos en el estado de California, y tiene un valor de 1.1 mil millones de dólares.
Sí, pero, ¿qué es un futuro?
El futuro es un contrato. Quien lo compre hoy define el precio al que, en una fecha futura determinada, podrá comprar un bien, en este caso agua. Se compra un futuro si se espera que el precio de ese activo suba antes de esa fecha, de modo que pueda beneficiarse de la diferencia de precio. Por tanto, es evidente que cotizar una materia prima es interesante principalmente por el valor potencial que puede adquirir con el tiempo.
En el caso del agua, nada de esto es un buen presagio. Por un lado, con la compra de estos futuros, los agricultores, comerciantes y municipios podrán asegurarse contra aumentos futueros en el precio de los recursos hídricos. Por otro lado, hay quienes podrían utilizarlos como cualquier otro futuro, es decir, como un instrumento financiero para enriquecerse y tal vez especular.
Pero, ¿por qué debería subir el precio del agua? La respuesta es tan simple como alarmante: el agua es un bien destinado a escasear.
Dos mil millones de personas ya viven en naciones con problemas de agua y casi dos tercios del mundo podrían enfrentar la escasez de agua en solo cuatro años. El agua presente en nuestro planeta es 97% salada. Del 3% restante, sólo un tercio es directamente utilizable por los humanos para saciar su sed, según el Servicio Geológico de EE. UU.
Lamentablemente, estos datos están destinados a empeorar, con repercusiones graves también en los derechos humanos. De hecho, aunque la Asamblea de Naciones Unidas el 28 de julio de 2010 incluyó el acceso al agua potable entre los «derechos humanos universales y fundamentales», hasta la fecha la realidad es diferente.
785 millones de personas, es decir uno de cada 10 habitantes del planeta, no tienen acceso seguro al agua potable. Cada año en el mundo 297.000 niños menores de 5 años mueren por diarrea relacionada con escasez de agua e higiene, principalmente en África. Además, el mal saneamiento de los ambientes y la ingesta de agua contaminada son la base de la proliferación de enfermedades como el cólera, la disentería, la hepatitis A y el tifus.
El otro factor a tener en cuenta es el ya bien conocido cambio climático.
Los desastres naturales están en la orden del día y, como sabemos, muchos de ellos están relacionados con la escasez de agua (sequía, hambruna y desertificación).
Por tanto, no es casualidad que el agua californiana haya salido a bolsa precisamente en este momento histórico.
El estado de California ha sufrido recientemente los terribles incendios que han asolado la costa oeste y se ha enfrentado a una sequía perenne durante los últimos 8 años. Por lo tanto, los inversores han percibido una fuerte sensibilidad sobre el tema en el territorio, aprovechándola.
Quien determina las reglas del mercado financiero no antepone la filantropía, sino el beneficio. No es una culpa, simplemente una realidad, que sin embargo corre el riesgo de hacer que la lucha por el agua (inevitable en el futuro de nuestro planeta) sea aún más compleja y difícil.
En resumen, el valor del agua entendido como un derecho humano fundamental tendría que ir más allá de la lógica del mercado.
Como señaló el relator especial de la ONU, Pedro Arrojo-Agudo, en un comunicado el pasado 11 de diciembre: «el agua es demasiado valiosa para que se deje sola en un espacio financiero tan expuesto al riesgo de especulación».
En la bolsa de Wall Street literalmente se está cotizando el futuro de la humanidad. No estamos en un episodio de Black Mirror. ¿Estamos seguros de que esa es la realidad que queremos?