Las decisiones que tomamos en torno a nuestra alimentación pueden convertirse en una herramienta concreta para luchar contra la crisis climática y la explotación animal, así como para cuidar de nuestra salud y la de la comunidad. Veamos cómo reducir el consumo de carne puede ayudarnos a alcanzar estos objetivos.
El impacto climático
El sector agrario es responsable de aproximadamente una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, de las cuales más del 60% derivan de la producción de carne y productos cárnicos, especialmente de las flatulencias y los excrementos de los animales.
La producción intensiva de piensos es también una de las principales causas de deforestación. Para que nos hagamos una idea del impacto de este sector: el 59% de la tierra cultivable del planeta se destina a la producción de forraje.
La agricultura industrial también empobrece y pone en peligro el suelo, dado que que la ausencia de vegetación deja la tierra desprotegida y expuesta a las inclemencias del tiempo que la acaban erosionando.
La pérdida de biodiversidad
Otra consecuencia de la deforestación es la continua destrucción de hábitats naturales esenciales para la supervivencia de muchas especies de fauna y flora. Alrededor del 80% de las aves y mamíferos terrestres amenazados están en peligro por la desaparición de sus hábitats a causa de la agricultura. Una cuarta parte de los restantes corren el riesgo de extinguirse en los próximos años.
Además, el uso de pesticidas y fertilizantes químicos no sólo contamina el suelo y el agua, sino que también provoca la muerte de organismos como lombrices, hongos y bacterias, que viven y se reproducen en la tierra, y de insectos fundamentales para nuestro ecosistema, como las abejas.
Reducir drásticamente el consumo de carne aliviaría la presión del sector agrícola sobre el medio ambiente, lo que permitiría una producción menos intensiva y de mejor calidad. Se podría liberar tierra y recursos o reorientarlos hacia una producción más respetuosa con el medio ambiente.
La huella hídrica
El sector ganadero contribuye aproximadamente a una cuarta parte de la huella hídrica mundial. Esta estimación tiene en cuenta todas las etapas de la producción: desde el riego del forraje hasta la transformación de la carne, pasando por el abrevado de los animales.
La ganadería y otros sectores asociados son también la fuente más importante de agentes contaminantes del agua: estiércol, antibióticos, hormonas, fertilizantes y pesticidas que se emplean en la producción de piensos y ponen en jaque los recursos hídricos de nuestro planeta.
La explotación animal
Aunque se los trata como si no fueran más que una materia prima, los animales de las explotaciones intensivas son seres sintientes. Y aun así, lamentablemente, se ven obligados a pasar su corta y angustiosa vida hacinados en jaulas o corrales, atados, a menudo sometidos a mutilaciones y a una alimentación y embarazos forzados. Muchos animales ni siquiera tienen la oportunidad de moverse y los más pequeños en ocasiones mueren aplastados por la falta de espacio.
La salud
El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) ha clasificado las carnes procesadas (embutidos y salchichas) como cancerígenas, y las carnes rojas como probablemente cancerígenas. Hace años que las autoridades recomiendan volver a la dieta mediterránea y reducir el consumo de carne: 500 gramos a la semana son suficientes. El consumo excesivo de carnes rojas también contribuye a aumentar las posibilidades de desarrollar enfermedades crónicas, como las cardiovasculares.
Por último, la ganadería intensiva también desempeña un papel destacado en la aparición de nuevas epidemias. El hacinamiento podría ser un vector de propagación de virus dentro de las instalaciones, lo que tendría graves repercusiones en la salud pública.
Reducir el consumo de carne
A menudo tenemos la impresión de que nuestras acciones individuales no son suficientes para contrarrestar los innumerables problemas de nuestro mundo. Reducir el consumo de carne es una medida al alcance de todos cuyos resultados son reales y tangibles. Dónde compramos la carne que consumimos también es una cuestión clave: si es posible, apuesta por cooperativas o empresas que respeten a los animales.
Todo cambio comienza con una toma de conciencia y esperamos que ahora dispongas de nuevas herramientas para dar el siguiente paso.
Si te interesa adoptar una dieta más sostenible, lee también nuestro artículo sobre Too Good To Go, la aplicación contra el desperdicio alimentario.