«En mi trabajo trato de conectar el arte y el medio ambiente. Quiero ver con otros ojos nuestros paisajes, tanto en el campo como en la ciudad», así describe su trabajo la artista Elena Paroucheva. De origen búlgaro, nacida en Yambol y licenciada en Bellas Artes, una artista ansiosa por preservar el medio natural a través de su visión artística y las diferentes técnicas que aprendió. Su lenguaje de expresión es el arte, formas y conceptos divergentes que sintetizan, en cierto sentido, sus ideas y fantasías en un mensaje artístico; entre pintura, técnica escultórica e instalaciones. Sus obras interactúan con el entorno porque, como veremos más adelante, los objetos que utilizará para las obras ya están presentes en nuestras colinas y en las ciudades. Creado por el hombre para conectarse con el mundo entero.
A partir de la idea de un proyecto crea un movimiento artístico llamado: Eletric Art. Su objetivo es transformar torres de alta tensión, molinos de viento y antenas. Modificar su naturaleza de uso inicial y convertirlas en obras reales, con el objetivo de dirigir un mensaje artístico que involucre al espectador. Ahora destinado a la demolición, los pilones serán sus obras más conocidas en todo el mundo. Dado su gran tamaño, ciertamente no pasarán desapercibidos.
De la fealdad a la belleza.
El arte de la recuperación es de fundamental importancia para nuestro entorno y la artista Elena ha demostrado cómo es posible crear «belleza» a través de los diferentes conceptos y métodos del arte. En 2004 creó una de sus primeras instalaciones, visitada y admirada por millones de personas, una torre eléctrica iluminada que se encuentra en Francia, en Metz. Se ilumina en la oscuridad creando una atmósfera inusual ya que una torre eléctrica con luces LED no se ve todos los días.
Algunas de estas obras tienen formas humanas, de hecho están bien integradas con el entorno circundante, transformando un know-how industrial (en este caso nos referimos a un conjunto de conocimientos técnico-industriales, un «saber hacer») en una obra de arte, una perfecta armonía entre el hombre y la naturaleza.
Wind Art
Torre eléctricas humanizadas que hablan de la relación que tiene el hombre con la tecnología. Sus obras no son solo cambios estéticos, son completamente funcionales. El acero está atornillado y soldado con generadores de energía renovable adjuntos, junto con aerogeneradores, denominados: Wind Art.
Las figuras femeninas están muy presentes en las instalaciones de la artista. La obra Ondine entra en la categoría de Wind Art pensada por Elena. Las similitudes e inspiraciones también en el nombre de esta torre eléctrica adornada con joyas que, vistas de cerca, son turbinas eólicas en funcionamiento. La instalación parece recordar a las criaturas legendarias que se parecen a las hadas y ninfas de la mitología; repetidamente retratado por varios artistas como John William Waterhouse.
Las gigantescas instalaciones también recuerdan al Land Art, ya que combinan a la perfección arte y medio ambiente. Los materiales que utiliza ya están presentes y por ello también es un reciclaje perfecto al que se combinan diferentes complementos en cuanto a materiales, entre ellos: LEDs, cordones elásticos, mallas metálicas etc. Los colores para el artista son también un aspecto esencial que debe armonizar con el lugar circundante. La iluminación se utilizó en las ciudades urbanas, mientras que los colores saturados y sombreados en entornos más limpios y verdes.
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