¿Conosces a Alberto Burri?
Alberto Burri es uno de los artistas italianos que durante la segunda mitad del siglo XX cambió para siempre la definición del arte pictórico. Nacido en Città di Castello en 1915, comenzó su carrera artística después de una licenciatura en medicina y un conflicto mundial, durante el cual también estuvo recluido durante 18 meses en un campo de concentración en Texas. ¿La razón? Aunque no era fascista, se había negado a retirar su juramento al ejército real.
Sin embargo, este tipo de consistencia obstinada parece llevarlo muy lejos: desde 1944 hasta su muerte Alberto Burri desarrollará una carrera artística llena de investigaciones y reconocimientos.
En el campo artístico se nota quien es capaz de anticiparse a los tiempos, de romper con el pasado, o de aportar a las tendencias del momento nuevos y más profundos significados. Bueno, Alberto Burri logra hacer las tres cosas.
El siglo XX artístico estalla en el escenario de la Gran Guerra con el movimiento dadaísta. Todo el concepto de arte es cuestionado y profanado, la idea se vuelve más importante que la forma. Los materiales tradicionales se dejan de lado y cualquier objeto puede asumir una dignidad artística (piensa en la Fuente de Duchamp de 1917).
Los tiempos para el arte informal de finales del siglo XX serán pronto maduros.
La reutilización de materiales
El uso de materiales reciclados en el arte informal está influenciado por Dada. Este es el momento histórico en el que la idea de utilizar materiales de desecho se convierte en una nueva oportunidad expresiva, que será explorada y probada hasta hoy por muchos artistas, especialmente con el surgimiento del eco arte.
En 1999, por ejemplo, llegamos a una representación real de una «conciencia ecológica» con Regina, obra de Enrica Borghi. Se trata de una figura femenina realizada íntegramente a partir de botellas de plástico recicladas.
En la época del Dada, aún no estaba muy extendido un arte de reciclar destinado a educar al público sobre el impacto ambiental.
Sin embargo, ya un par de décadas después, justo en los albores de la bonanza económica, Alberto Burri aborda una crítica social al consumismo y al uso de materiales plásticos.
Significado de arte informal
El arte informal no es un movimiento artístico real, sino más bien un «mood compartido», que se deriva de los daños personales dejadas por la guerra. La tendencia de los exponentes del arte informal de posguerra es distanciarse de otras corrientes no figurativas, como el abstraccionismo, porque están ligadas a estrictas reglas formales. El objetivo es trabajar con material inexplorado, experimentar con un gesto más instintivo. El «aquí y ahora» se convierte en el nuevo protagonista de la obra. Los materiales tradicionales se reemplazan o integran con materiales pobres, como arena, piedras, fragmentos.
Burri delega en la materia el significado de todo su arte. Desde sacos, a moldes, a petróleo, a plásticos. El artista trata estos materiales, los trata, les da forma, los desgarra, como si fueran el cuerpo de una sociedad humana autolesionada por la brutalidad de la guerra. La expresividad de la obra de Burri está dirigida a mostrar los sufrimientos de una humanidad arruinada y violada.
Esta autolesión es inherente a la naturaleza del hombre, que está dispuesto a destruir el peor conflicto para lograr el objetivo económico.
Alberto Burri y la investigación material
Tras un brevísimo período de debut figurativo, el arte de Burri toma un rumbo concreto y hace de la materia la principal protagonista de las obras. Los primeros experimentos materiales se produjeron en 1949 con sacos de yute, que darán lugar a la colección más conocida del artista, I sacks, precisamente. Siguen los experimentos en el uso del molde, con Neri e muffe de 1952 y en el fuego sobre madera.
Tras una primera década de experimentación con materiales mayoritariamente orgánicos, Burri se acerca a los materiales plásticos, que tras la guerra ya han comenzado a sustituir a la madera y al metal, y a los materiales de construcción, como el celotex. La particular naturaleza de los materiales comunica la presencia de una realidad residual, llena de recuerdos y vivencias, que luego de haber cumplido su cometido, encuentran redención como significantes estéticos.
Entre los años cincuenta y sesenta, el lenguaje de Burri se enriquece con nuevos valores expresivos y formales gracias también al uso del fuego vivo, que crea ondulaciones y agujeros en los tejidos plásticos, que lastima y deforma. La elección del celofán, un material con su esplendor patinado y ficticio, también está íntimamente relacionada con el mundo de las mercancías y con la esfera del consumismo. Por primera vez en la historia, se usa y se tira: nada está destinado a durar como así es. Incluso el hombre, que se siente omnipotente en un auge económico, está destinado a una existencia corta y efímera y con él todos sus medios. Rosso Plastica (1961) está realizada con la deformación por soplete de una lámina de plástico. La obra habla de la humanidad contemporánea, herida y desilusionada.
La experimentación artística de Burri es un primer contacto con la realidad del milagro económico y su plastificación del consumo y la experiencia.
Organismos heridos
Una de las series más intrigantes del artista es la de los Cretti, de 1973. Se trata de bajorrelieves cuadrangulares realizados con una mezcla de cellotex, colas vinílicas y tierra. Esta mezcla, aplicada sobre una superficie, crea por secado grietas similares a las de la tierra deshidratada. El resultado es una superficie viva, sufriente pero majestuosamente compuesta.
Es significativo que en ese período también algunos poetas (con los que Burri se siente, según él mismo admite, más en sintonía que con otros artistas) empiezan a referirse a una dimensión pobre de la tierra.
Montale, por ejemplo, inauguró la fase «geológica y terrenal» de su poesía en los años setenta, donde la experiencia concreta de la vida sale, revela y se revela, como en Cretti, por grietas, túneles y escondites:
Sólo las criptas, los huecos / los receptáculos, sólo / esto vale hoy. (Montale, Diamantina, 1971-72)
L’autore si riferisce con queste immagini al male di vivere.
Burri y el Land Art
Precisamente el ciclo de Cretti está destinado a asumir dimensiones insospechadas con la última obra de la serie: el Sudarium de hormigón, más conocido como Cretto di Gibellina. La obra se extiende sobre 8000 metros cuadrados, lo que la convierte en una de las mayores obras de Land Art contemporáneo jamás realizada. Para obtener más información sobre Land Art, haga clic aquí.
El Cretto di Gibellina se construyó reutilizando y cementando los escombros de la ciudad, que había sido golpeada y arrasada por un violento terremoto en 1968.
La obra se inició en 1984 y se abandonó en 1989 por falta de fondos. Solo se completó en 2015, con motivo del centenario del nacimiento de Burri.
El Sudario di cemento no es una obra que pueda definirse como sostenible, porque la producción y uso del cemento tiene un alto impacto ambiental desde el punto de vista de las emisiones, aunque gran parte del material ya estaba presente en la zona. La obra de Burri, al fin y al cabo, nos habla del cuerpo vivo y sufriente de la naturaleza, de la inevitabilidad de un fin, de la inevitabilidad del orden establecido.
El arte es una ventana abierta y nos hace libres para mirar cada obra con una mirada siempre nueva. Las obras atemporales son aquellas que en cada época logran involucrar al público y hacerlo reflexionar. Alberto Burri sigue siendo una voz actual. Sus obras hablan de cuerpos, pero también de organismos, ambientes, ecosistemas, condenados a un final inevitable, pero aún vibrantes y llenos de esperanza.