Estamos en un período muy complejo y difícil, todos los países del mundo se han encontrado frente a un enemigo casi invisible: Covid-19. Llevamos ya muchos meses en una especie de guerra velada y como siempre en estas situaciones, además del ser humano, el medio ambiente también se ve afectado. Numerosos estudios han demostrado que el cambio climático y ambiental puede tener un gran impacto en la aparición de algunas enfermedades infecciosas.
Emergencia por coronavirus y sostenibilidad ambiental
El Coronavirus ha provocado una crisis económica que exige un nuevo modelo de desarrollo, centrado en un uso consciente de los recursos, una economía circular y un desarrollo urbano de menor impacto.
Se pueden citar muchos ejemplos, incluido Singapur, que financiará cultivos en azoteas para aumentar la seguridad alimentaria; Italia, que tiene la intención de fortalecer las habilidades regionales para una economía verde; o Estados Unidos, que se cuestiona sobre la contaminación atmosférica. Un estudio de la Universidad de Harward analiza las posibles correlaciones entre los dos fenómenos a nivel nacional. Los científicos del gobierno de EE. UU. Estimaron que COVID-19 podría haber matado a decenas de miles de estadounidenses en las primeras etapas de la propagación del virus. Muchas de las afecciones preexistentes que aumentan el riesgo de muerte en personas con COVID-19 son las mismas enfermedades que se ven afectadas por la exposición prolongada a la contaminación del aire.
Un camino verdaderamente sostenible requerirá un alto nivel de ambición, coordinación y movilización de las instituciones de finanzas públicas y privadas. El coronavirus es una emergencia sanitaria catastrófica que ha desencadenado la peor crisis económica en un siglo. El riesgo ahora es que, si intentamos derrotar esta pandemia con las respuestas políticas equivocadas, también profundicemos la emergencia climática. Si bien todos agradecen una caída significativa de las emisiones de CO2 durante la pandemia, estos beneficios son pasajeros, insuficientes e imponen un precio demasiado alto en términos de vidas, empleos y crecimiento económico.
Sin embargo, imaginemos que en este período podemos utilizar artículos y materiales reciclables para producir equipos de protección personal. ¡Sería genial!
Alice Potts y su arte.
Una idea que se le ocurrió a Alice Potts, una diseñadora londinense. La diseñadora fundó su marca homónima en 2018 y, tras una larga experimentación, ha creado colecciones totalmente biodegradables. De hecho todas las creaciones están hechas a mano con un bioplástico sostenible, obtenido a partir de desperdicios de comida y flores. La versatilidad de este material permite a la diseñadora trabajarlo para obtener las piezas más dispares, caracterizadas por una amplia variedad de texturas. Sus estudios innovadores también la han llevado a crear cristales desarrollados a partir del sudor humano.
La idea intrigante de esta artista son los Bioplásticos Faces, producidos con desechos y desperdicios de alimentos junto con flores de los parques de Londres para la NGV Triennale. Potts fabricó las viseras como alternativa a los numerosos equipos de protección personal (EPP) hechos de plástico de un solo uso. Las viseras, denominadas Dance Biodegradable Personal Protective Equipment (DBPPE) Post Covid Facemasks, se exhibirán en la Trienal de NGV en la Galería Nacional de Victoria en Melbourne.
La diseñadora creó 20 pantallas faciales para la trienal, cada una de las cuales tiene una sección superior impresa en 3D combinada con una pantalla de bioplástico biodegradable. El color y la estructura exacta de cada escudo dependen del alimento de que esté hecho y de las flores con las que esté teñido. Una vez que las viseras estén en exhibición en la Trienal de diciembre, Potts pondrá la fórmula bioplástica como un diseño de código abierto a disposición de todos los diseñadores.
Además, Potts cree que las viseras biodegradables podrían ser una alternativa más respetuosa con el medio ambiente que las viseras de plástico, que han comenzado a impactar nuestro medio ambiente como “residuos covid”. La diseñadora cree que a medida que las emisiones de CO2 aumentaron nuevamente después de caer durante el encierro, también debemos ser más conscientes de nuestro impacto en el medio ambiente y comenzó su proyecto después de que su hermano, un paramédico, informara que carecen de equipo de protección personal (EPP) al comienzo de la pandemia.
Estos dispositivos que nos ayudan a nosotros y al entorno que nos rodea deberían estar cada vez más presentes en nuestro mundo actual. Intentamos ser como Alice Potts y sus ideas: ¡innovadoras y sostenibles!