Autor de diseños de casas ecológicas casi proféticos, Michael Reynolds lleva medio siglo siendo un claro exponente de la arquitectura sostenible. Es el precursor de la idea de que debemos construir con lo que tenemos a mano.
La historia de Nave Tierra es tan apasionante como una novela. Su creador, Michael Reynolds, desarrolló la idea a lo largo de cincuenta años. Luchando con directores e instituciones. Hasta el punto de perder su licencia profesional. La audacia y tozudez de Reynolds consiguieron que Nave Tierra viera la luz. Que sus diseños, un tanto proféticos, de casas ecológicas pudieran desarrollarse. A lo largo de los años, partiendo de esa primera idea. Nave Tierra vio la luz en 1969. Cuando hablar de reciclaje, especialmente en la construcción, era todo menos habitual.
La historia de la figura de Michael Reynolds, controvertido exponente de la arquitectura sostenible, abarca cincuenta años. Amante de la naturaleza, es un apasionado del reciclaje de materiales y de la construcción sostenible. Es el precursor de «construir con lo que hay». Una tendencia tan en boga hoy en día (como hemos documentado en TGSOP) pero que estaba completamente inexplorada a principios de los años setenta. La arquitectura de aquellos años (y mucho más que la actual) era prisionera de un modelo productivista. Un modelo basado en la extracción masiva de materias primas no renovables.
Un proyecto ambicioso
Reynolds inició así un proyecto innovador y ambicioso. Un proyecto capaz de despertar sentimientos discordantes. Utilizar materiales reciclados, como neumáticos, botellas, objetos de plástico y materiales considerados «de desecho», para construir casas supuso una innovación total. Además, estas casas, aparte de estar construidas íntegramente con materiales de desecho, mostraban una imagen estética llamativa. Colores exuberantes e inusuales. Como parte de la arquitectura ecléctica de principios del siglo XX. Pero esta vez hecha con materiales «pobres». Ennoblecidos por el hecho de ser ecológicos. Porque no causan depredación ni destrucción de los entornos naturales. Una arquitectura que puede hacer el mundo más habitable. Sin recurrir a la violencia sistémica sobre los recursos del planeta. Un punto de vista que ya no puede ignorarse en la arquitectura actual. Pero que levantó mucho revuelo en su momento.
Expresionista natural
Si a Michael Reynolds se le conoce también como el «arquitecto de los residuos», hay que reconocerle sin duda una especie de clarividencia. Amante de la naturaleza, apasionado de la construcción sostenible, tiene el mérito de haber iniciado un proceso. Sin duda ambicioso e innovador. Pero capaz de suscitar admiración.
El estudio de la Nave Tierra comenzó ya en 1969. En 1972, Michael Reynolds construyó la Thumb House, su primera casa sostenible. Que ensambla una mezcla especial de tierra cruda con distintos tipos de materiales reciclados. Desde aluminio hasta latas de cerveza, botellas de plástico y neumáticos de coche usados. Un edificio insólito. Completamente reciclado. Que emplea materiales que de otro modo habrían acabado en vertederos, dispersos en la naturaleza.
Biotectura
Las casas construidas pretendían ser totalmente sostenibles. Totalmente autónomas en términos de energía. Independientes en términos de suministro de agua potable, tratamiento de aguas residuales y autoproducción de alimentos. Una nueva forma de construir y concebir la vivienda. Una Biotectura, como la llamó el propio Reynolds.
Al principio, el arquitecto había patentado y construido la Nave Tierra, obteniendo un enorme éxito en el mercado. Todo el mundo quería su Nave Tierra. Pero como puede ocurrir con un diseño experimental adelantado a su tiempo, hubo numerosos problemas. Los defectos de fabricación y las imperfecciones de la vivienda dieron lugar a demandas judiciales que provocaron que la Orden de Arquitectos de Nuevo México revocara la licencia profesional de Michael Reynolds.
Como el Phoenix
Sin embargo, tras diecisiete años y numerosos pleitos, el arquitecto pudo recuperar su título y licencia. Así pudo reiniciar el proyecto de su vida. Phoenix, una vivienda completamente autónoma y sostenible, se hizo realidad tras el tsunami de 2004 en Indonesia. Diseñaron una vivienda capaz de resistir este tipo de catástrofes.
De aquella experiencia nacieron muchas otras casas que hoy están presentes en todo el mundo. Casas en las que no se desperdician recursos. Los edificios de Michael Reynolds presumen de un alto nivel de confort en la vivienda. Todos disponen de un sistema de climatización natural de las habitaciones. Aprovechan el agua de lluvia y el sol para la producción de energía fotovoltaica. Tienen muros de sótano y una orientación ideal para aprovechar al máximo la radiación solar.
La historia de Michael Reynolds demuestra que lo que también hace falta en arquitectura es audacia y conciencia de la necesidad de aprovechar los residuos. Darles una nueva vida. Y subraya el papel excepcional que desempeña hoy el arquitecto. Más allá de la intención de optimizar los recursos naturales disponibles o de favorecer los materiales derivados de la biomasa. Para encontrar la manera de construir sin dañar el planeta; nuestra Nave Tierra común.
Más información: Earthship
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