plant in a bag

Bolsas biodegradables ¿mejores para el medio ambiente?

Author
Elizabeth Valverde
Visual Curator
Vittoria Rossini
English Translation
Andrea Terrado
Italian Translation
Bryan Bravo

Es de conocimiento común que el plástico es una problemática mundial. Tras poco más de medio siglo de haber entrado al mercado en forma de bolsas, el plástico hoy representa uno de los mayores problemas medio ambientales. En este mismo periodo de tiempo, se considera que se han acumulado al menos 139 millones de toneladas de residuos plásticos en los medios acuáticos (entiéndase ríos, lagos, océanos). Asimismo, cada año se producen 358 millones de toneladas de estos residuos, de las cuales al menos 22 millones se vierten directamente al medio ambiente.

Estas son tan solo algunas cifras, publicadas por France24, que demuestran la magnitud del problema al que la humanidad se enfrenta y lo preocupante que resulta la situación para la salud del planeta.

Image by Brian Yurasits (Unsplash)

Es así, que, en un intento por disminuir su uso, y consecuente contaminación, distintos países han adoptado medidas tales como prohibiciones, normas o impuestos. Las cuales están centradas, en su mayoría, en los plásticos de uso más común y masivo: pajillas y bolsas. Para cubrir la cuota de mercado, desarrollada en gran medida por nuestros malos hábitos, han aparecido múltiples opciones en los últimos años clamando ser más sostenibles que su contraparte ¿Pero realmente lo son?

Hay muchas variables a considerar para dar con la opción ganadora. La obtención de la materia prima, la producción, el gasto energético, el transporte, la huella que dejará tras cumplir su propósito. Cada etapa de su ciclo (y de cualquier producto) genera un impacto ambiental.

Según National Geographic, las bolsas de plástico si bien son hechas de polietileno (derivados del petróleo) generan menos emisiones de carbono en su producción en comparación a sus contrapartes de papel o algodón. Son más resistentes y reutilizables, ya que al menos su uso se daría en dos ocasiones: llevar el producto y para contener la basura. El problema: no se biodegradan. Eventualmente se rompen, pero no se degradan. Permanecen en el ambiente como microplásticos durante décadas, e incluso cientos de año, poniendo en peligro la vida de toda especie en el planeta, incluida la nuestra. Se pueden encontrar microplásticos en el océano, en los suelos, en el aire, formando parte de la cadena alimentaria de millones de especies.

Ante este panorama surge la búsqueda de un sustituto. Bolsas de papel, de tela, biodegradables, son las principales opciones del consumidor. Sin embargo, estas últimas son las que, con mayor fuerza, han ido reemplazando a las bolsas de plástico comunes. Como se utilizan mayormente en supermercados, tiendas de conveniencia y de comida a domicilio.

Su inclinación se debe a que las bolsas biodegradables, al igual que las plásticas, resultan más adecuadas para transportar productos húmedos o líquidos. Tienen una mayor capacidad de aislamiento e impermeabilización a diferencia de las bolsas de papel por ejemplo. También, son más fáciles de transportar al ser más ligeras y ocupar menos espacio.

Las bolsas biodegradables son aquellas que, como su nombre indica, serán descompuestas por microorganismos. Dentro de esta categoría se pueden encontrar las bolsas biodegradables per se, las compostables, y las oxodegradables, también llamadas oxo-biodegradables.  

Image by John Cameron (Unsplash)

Una bolsa biodegradable no es necesariamente compostable. Pero, para ser compostable sí debe ser necesariamente biodegradable. El ser compostable quiere decir que su descomposición servirá para nutrir la tierra, convirtiéndose en abono gracias a la intervención humana. He aquí el detalle interesante: necesita de la acción de hombre y estar bajo condiciones específicas para que funcione.

Si haces compost en casa, lo más probable es que no puedas utilizar tu bolsa para ese fin, a pesar de estar diseñada para descomponerse. Las instalaciones domésticas no cuentan con las circunstancias adecuadas que requieren las bolsas, por lo que, en la práctica su ventaja de compostaje se hace muy difícil de realizar, inutilizando su propósito.

Por otro lado, las instalaciones industriales que brindarían el ambiente propicio son escazas. No están presentes en todas las ciudades del mundo, ni se tiene una red adecuada de recolección. Incluso si llegarán a ser descompuestas en las instalaciones adecuadas no se tiene evidencia suficiente que aseguren su beneficio a los suelos.

A diferencia de estas, las oxodegradables contienen un compuesto químico añadido que permite su degradación, fragmentándose con mayor rapidez. Sin embargo, no se considera que tengan alguna ventaja medioambiental, pues su rastro continúa contaminando. Puede desaparecer visualmente, pero permanece en el entorno en forma de microplásticos. Por lo que su uso ha sido catalogado como preocupante, llegando incluso a ser prohibido en la Unión Europea.

Un estudio español del IDAEA-CSIC, plantea que las bolsas biodegrables podrían ser más tóxicas para el compost que las convencionales. Esto se debe a que al ser más difíciles de procesar, utilizan una mayor cantidad de aditivos químicos en su fabricación, los cuales podrían ser tóxicos. El estudio toxicológico se realizó con células de pescado, las cuales mostraron un mayor nivel de toxicidad con las bolsas biodegradables que las convencionales, indicando que las formulaciones presentes en ellas resultarían dañinas para la salud.

Así, resaltan la necesidad de investigar las formulaciones que utilizan los fabricantes, y realizar mayores estudios sobre los efectos que tendrían en el ambiente y nuestra salud. Un hecho que resulta preocupante porque parece indicar que la pensada solución al plástico sería más o igual de peligrosa.

Tampoco pueden ser recicladas como plásticos. Sean biodegradables, compostables u oxodegradables, deben ser separadas del reciclaje convencional, porque no se pueden reciclar como plástico como tal. Es más, contaminan el flujo de reciclaje inutilizando aquellos con los que fueron mezclados.

Tal como indican desde la organización World Wild Life no se puede ni se debe suponer que habrá una solución mágica que resuelva el problema. Hay mucho por hacer.

El plástico biodegradable y compostable por sí solo no resolverá la crisis de la contaminación plástica. En cambio, hay muchas palancas que es necesario accionar para reducir y reutilizar el plástico y pasar a una economía circular. De hecho, ni siquiera podemos confiar en la suposición de que estos materiales no causarán daño ambiental si terminan como basura.

-WWF

Los plásticos biodegradables, por el momento, funcionan mejor en teoría que en práctica. Muchas de las bolsas catalogadas con “biodegradable”, al contrario de lo que se podría pensar, no se descomponen por completo dejando residuos de microplásticos en el ambiente. Si no se manejan adecuadamente seguirán siendo desechos, y si no se biodegradan correctamente siguen siendo contaminantes para la naturaleza.

El término “bio” puede resultar engañoso para el consumidor promedio haciéndole creer que su uso es amigable con el medio ambiente y no presenta ningún impacto. Utilizan el “bio” al tratarse de un proceso biológico, pero no porque se vaya a convertir en material orgánico.

Erróneamente las personas las tiran creyendo que se desintegraran con el tiempo, y al ser bio no dañaran al ambiente. Pero nada desaparece por arte de magia sin dejar una huella en el planeta. Podrán desaparecer visualmente, pero permanecen en el entorno.

Es por eso que no hay una opción ganadora por el momento. Cada una tiene sus ventajas y desventajas. Todas representan un impacto en el planeta, ya sea por su producción, sus componentes, su desecho, en fin, todo su ciclo de vida. Unos pueden escoger las bolsas biodegradables, otros las de tela, pero al final todas tienen un costo.

La mejor opción será la que reutilices miles de veces. La peor, la que utilices solo una vez. Entonces, reutiliza la que tengas tantas veces como puedas. El impacto que tuvo para su producción es igual de importante que el impacto que tendrá tras cumplir su propósito principal, la vida después, el uso que tú le darás y lo que quedará de ella en el planeta.

Image by Karolina Grabowska

Asimismo, es sumamente importante el planteamiento que debe tener su fabricante y las empresas que la utilizan. Promover la reutilización, encontrar soluciones para disminuir el uso de cualquier bolsa, redes de recogida, sistemas adecuados para el compostaje, entre otros. Miles de cuestiones que deben tomar en cuenta para asumir su responsabilidad y hacerse cargo de los residuos que generan.

Los gobiernos tienen que tomar acción y proponer regulaciones más precisas para el uso del término, para la fabricación, la comercialización y su empleo. Debemos ser responsables de nuestras acciones y cambiar nuestro comportamiento como consumidores. Igual de importante que el criterio de estas entidades es tú criterio para darle el mejor y mayor uso posible a lo que ya tienes. Habrá que pensar ahora, y replantearnos, la forma en que usamos y desechamos.