¿Alguna vez te has preguntado cómo tus actividades cotidianas impactan en el medio ambiente? Desde que te despiertas hasta que te vas a dormir, realizas una gran cantidad de acciones que consumen recursos y energía, y generan un determinado nivel de gases de efecto invernadero (GEI). Hoy os venimos a hablar de la huella de carbono, concretamente a nivel personal.
Probablemente pienses que el mayor volumen de emisión de los GEI no proviene de las acciones comunes de la mayoría de la población. Sin embargo, si cada uno de nosotros conociéramos el impacto ambiental de nuestro día a día, tomaríamos verdadera conciencia y, seguramente, trataríamos de hacer cambios en nuestra vida.
Un grano de arena, aparentemente, no hace nada, pero si vamos sumando tu grano y mi grano con los de los demás, crearemos una hermosa playa.
Pequeños cambios pueden conducir a efectos extraordinarios, o algo así decía la teoría del caos (o efecto mariposa).
¿Quieres saber más?
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Definiendo la huella de carbono
Antes de nada, sepamos qué esto de la huella.
«Es una métrica ambiental que calcula la totalidad de las emisiones de GEI generadas, directa e indirectamente, por una persona, un grupo, una organización, empresa o incluso un producto o servicio» (definición recogida desde Greenpeace).
Esta huella se mide en masa de CO2 equivalente y una vez que conocemos este dato (hablaremos más adelante de cómo hacer el cálculo), podemos implementar una estrategia de reducción o compensación.
La medición se hace en términos de dióxido de carbono, ya que se trata del gas más abundante de los GEI.
La importancia de conocer nuestra huella radica en su posibilidad de saber con más certeza la manera en que los GEI contribuyen al calentamiento global y aceleran el cambio climático.
Perspectivas de medición
- Corporativa o de organizaciones / empresas
- Ciclo de vida de un producto o servicio
- Personal o indivual
- Eventos
- Territorial
- Industrial
Nosotros nos vamos a enfocar en la perspectiva individual. Cómo puedes calcular tu propia huella y cómo puedes reducirla o compensarla. ¿Vamos?
Calcula tu huella de carbono
Si googleas «calcular mi huella de carbono», te aparecerán muchas opciones. Cada vez son más la iniciativas que hay acerca de cómo reducir tu huella y eso siempre es una noticia positiva.
Para explicaros qué datos deberás aportar utilizaremos la calculadora HuellaCO2 como referencia.
Los datos necesarios para conformar el cálculo están divididos en las siguientes secciones:
- Algunos datos introductorios (edad, profesión, lugar de residencia, nivel de estudios y sexo)
- Consumo de energía del hogar
- Gasto de comida
- Consumo de ropa
- Uso de transportes
- Uso de tecnología y otros
A medida que vayas indicando tus consumos, la propia calculadora te irá convirtiendo todo en términos de CO2 y al finalizar todos los pasos, podrás ver y descargarte tu informe de huella de carbono.
Por supuesto, existen más plataformas de cálculo, pero a grandes rasgos todas te pedirán este tipo de información.
Muy bien, y ahora que sabes el impacto que tiene tu actividad, ¿qué vas a hacer?
Actuar, por supuesto.
Diez ideas para reducir o compensar tu huella
Ideas hay tantas como peces en el mar (menos mal…) y aquí os traemos un puñado de ellas para que os ayude en vuestro camino de la reducción o compensación de vuestros impactos individuales.
¿Tomas nota?
- Adopta plantas autóctonas: Conocemos de sobra el poder de absorción de CO2 de las plantas. Trata de adoptar ejemplares que sean propios de tu localidad y que no requieran demasiada agua. Si puedes plantar un árbol, mejor que mejor; si no, ¿por qué no montar un jardín vertical?
- Evalúa tus opciones de transporte: ¿Has valorado todas las formas de transporte público para desplazarte? El transporte colectivo es preferible antes que el privado, ya no solo por el hecho de compartir un vehículo, sino porque las ciudades están haciendo esfuerzos en hacer más sostenibles sus flotas de autobuses o que la red ferroviaria sea más eficiente energéticamente.
- Vehículo privado en buen estado: Si has valorado todas las opciones y, aún así, sigues precisando tu vehículo propio para desplazarte, trata de mantenerlo en buen estado. Realiza las oportunas revisiones y, si puedes permitírtelo, apuesta siempre por los modelos más eficientes o por las alternativas actuales (híbridos o eléctricos).
- Reduce el consumo de carne: Para que ese trozo de carne (pollo, ternera, cerdo, etc.) llegue a tu mesa, se requiere un gasto de energía elevado. Aún vivimos en un mundo en el que la carne proviene, en su mayoría, de macro granjas que, además de gastar demasiada energía, contribuye al maltrato animal en un de sus máximos exponentes.
- Elimina de tu vida cualquier producto de usar y tirar: Sabemos que es complicado porque el mercado aún no nos lo pone fácil. Sin embargo, utilizar tus bolsas de casa para ir al supermercado; o llevar contigo una botella de agua reutilizable o un termo con tu bebida caliente favorita, ya son pequeños gestos que hacen mucho más de lo que piensas.
- Mantén limpio tu refrigerador: El exceso de productos empaquetados, así como tener el congelador lleno de hielo, hace que este electrodoméstico en su conjunto requiera de más potencia para enfriar y, por tanto, de más electricidad.
- Haz un uso responsable de la tecnología: Muchos no somos capaces de imaginar la cantidad de energía que requiere el uso de internet en general, con sus consiguientes emisiones de GEI. Los servidores, videojuegos, aplicaciones, móviles, ordenadores, etc. están impactando negativamente en este sentido y este es un tema que abordaremos en profundidad en un próximo artículo.
- Participa en un proyecto de reforestación: Ya sea económicamente o con tus propias manos. Trata de informarte sobre qué proyectos hay cerca de donde vives y preséntate como voluntario/a. Si lo prefieres, puedes participar con donativos en plataformas como Reforestum o CeroCO2.
- Da preferencia a artículos de segunda mano: Antes de comprar cualquier cosa, plantéate ir a tiendas de segunda mano y dale una segunda vida.
- Intenta basar tu estilo de vida bajo la aplicación de las tres R: Reducir, reutilizar y reciclar
Como decimos, ideas hay muchas pero esperamos que este decálogo te haya ayudado y haya contribuido a que tu cerebro genere muchas más.
¿Las compartes? Deja tu sabiduría en comentarios 🙂