Litio: el más ligero de los elementos sólidos, el metal del futuro. La extracción masiva de litio no es sustentable, pero es la base del cambio hacia la electricidad «verde«.
Las baterías que alimentan los autos eléctricos, así como nuestros dispositivos electrónicos (teléfonos inteligentes, tabletas y PC) son de iones de litio. Este elemento químico es un metal alcalino utilizado en los acumuladores de energía por su relación potencia a peso importante y por su capacidad de no dispersar grandes cantidades de carga cuando no está en uso.
El futuro de los vehículos eléctricos depende de la disponibilidad de litio.
La paradoja del Litio:
El anhelado cambio hacia la movilidad verde se está convirtiendo en una realidad, cada vez más rápidamente.
Los Países Bajos, Francia, Alemania y el Reino Unido tienen como objetivo prohibir las ventas de automóviles diésel y de gasolina para 2040; el gobierno chino impone un porcentaje de la producción de vehículos eléctricos a sus fabricantes de automóviles. India se ha comprometido a vender solo automóviles de batería para 2030.
Es cierto que los coches eléctricos, que no utilizan combustibles fósiles, no producen emisiones contaminantes, pero la paradoja es que la producción de baterías de ion de litio podría contaminar más que el diésel y la gasolina. En la práctica, la intensificación de la extracción y procesamiento de litio podría llevar a un empeoramiento de las emisiones de CO2 a medio plazo, logrando así un resultado opuesto a los objetivos para los que se está implementando la transición energética.
Según el último estudio del gigante de análisis minera Roskill, el aumento de la demanda de litio podría triplicar las emisiones de CO2 para 2025, e incluso aumentarlas en 6 veces para 2030.
Un recurso que, por el momento, no es sustentable:
Así que cuando hablamos de la insustentabilidad del Litio, ¿de qué estamos hablando exactamente?
Este metal es abundante y sus vestigios se encuentran en varios minerales. Sin embargo, la gran mayoría se concentra en América del Sur, especialmente Bolivia, Chile y Argentina. Si hasta los años 90 se extraía litio de la roca, con Australia y China a la cabeza como países productores, hoy la extracción de los depósitos de sal ha tomado el control, ya que es mucho más barata.
En Chile hacen falta dos millones de litros de agua por cada tonelada de mineral extraído. El desequilibrio hídrico está haciendo que los ríos y acuíferos se sequen, poniendo en riesgo ecosistemas que incluso son el hogar de especies protegidas. Esto sucede en el oasis de la cuenca de Atacama.
Los humedales y oasis de la cuenca de Atacama regulan la temperatura del desierto y capturan CO2: son armas vivas contra el cambio climático. Por lo tanto, la extracción desenfrenada de litio es altamente dañina, provocando sequía, desertificación y contaminación del agua.
Otro país que pretende basar su crecimiento económico en el litio es Bolivia. Su mágico y muy famoso Salar de Uyuni se considera una de las mayores reservas del mundo, con sus 5,4 millones de toneladas de litio. Sin embargo, los beneficios económicos no pueden compensar el daño ambiental y social creado por la extracción.
El desierto de sal es un destino para el 90% del turismo boliviano. Si la extracción minera se multiplicara, se estropearía irreparablemente.
Existen varias soluciones posibles para reducir el impacto de la extracción masiva de litio.
Empezando por la obligación de transparencia para los fabricantes de baterías de litio para garantizar una cadena de suministro sin explotación ambiental y social. Parece obvio, pero no lo es. ¿Quién de nosotros se ha preguntado alguna vez de dónde proceden los componentes de su teléfono inteligente?
Además, será necesario aumentar la eficiencia de las baterías reduciendo la cantidad de litio necesaria, así como mejorando concretamente el reciclaje de baterías agotadas. Entonces, si vamos a la fuente, la extracción en sí se puede llevar a cabo con métodos menos invasivos, por ejemplo, obteniendo litio a partir de «salmueras» y «arcillas«.
Nos preguntamos: ¿cómo es posible que una solución verde provenga de una fuente contaminante? La respuesta es que en un mundo donde pocos hacen preguntas, la verdad permanece suspendida y todos podríamos estar equivocados.
¡Seguid siendo curiosos!
