Me gustaría aprovechar el día dedicado al agua para animar a las personas a reciclar en lugar de tirar las cosas que aún se pueden usar. El propósito común es invitar a las personas a conservar el agua y reciclar las cosas que ya no se pueden utilizar, en lugar de alimentar un mundo de desechos.
Bajo el cielo de Ámsterdam, un entorno verde y exuberante cerca de un canal de agua enmarca el rodaje. La protagonista es una chica decidida y segura que con su piel oscura desgarra el verde (que simboliza el futuro) a su alrededor, haciendo del reciclaje su «dress code»: bolsos y otros objetos de plástico se convierten en prendas y complementos innovadores lo cuales se adaptan sin problemas al cuerpo.
De esta manera, nada se tira y se deja al azar, sino que todo adquiere nueva vida y forma.
El violeta y el amarillo son otros dos colores que dominan las escenas que, si bien pertenecen a dos tonalidades diferentes, el contraste resultante es fuerte y tangible, como el coraje y la voluntad necesarios para elegir el camino de la sostenibilidad.
De esta manera, nada se tira y se deja al azar, sino que todo adquiere nueva vida y forma. El tema del agua está presente en cada foto, no solo por la presencia de agua de fondo: la transparencia de las prendas y accesorios de plástico recuerdan a la de la superficie del agua si no está contaminada.
El agua es un espejo fascinante en el que sumergirse y mirarse.
El sonido que se respira en cada foto está compuesto por el ruido del viento en los árboles, el pelo y la ropa colgando y el del agua que fluye inexorablemente a un ritmo irregular pero constante. Solo eligiendo este camino se puede preservar la claridad y abundancia del agua.
Solo mediante el reciclaje será posible preservar el mundo que se nos ha dado para las generaciones futuras.
Reciclar es divertido, un mar lleno de desperdicios no lo es. Sigue el sonido y baila esta nueva danza green.