¿Confort térmico? No es sólo una cuestión de temperatura. En los inviernos fríos, en las casas mal caldeadas, se podría suministrar calor directamente al cuerpo. Suena absurdo, pero esto es Slowheat. La loca apuesta de SlowHeat es reducir el consumo de calefacción doméstica. Sin pérdida de confort y eficiencia. ¿Es posible? En realidad, SlowHeat es un proyecto de investigación interdisciplinar y participativo en el que participan 29 hogares de Bruselas entre 2020 y 2023. No se trata en absoluto de un mero razonamiento académico. Ni un planteamiento teórico mediante cálculos abstrusos. Esta investigación se basa en resultados concretos. Obstáculos y retos que hay que superar para extender la práctica del llamado «calentamiento lento». Para explorar el camino de la sobriedad incluso en el confort térmico del hogar.
La calefacción doméstica contribuye en gran medida al consumo de energía. El proyecto Slowheat se basa en una diferenciación de las necesidades de confort de las personas y los edificios. Se lleva a cabo en un taller interdisciplinar de tres años de duración. Basado en el mundo real y centrado en prácticas de calefacción adaptativas. La iniciativa contó con la participación de 23 hogares de Bruselas (Bélgica) y fue coordinada por investigadores de la Universidad de Lovaina. En una exploración colectiva de la suficiencia del confort interior. Para minimizar la calefacción y cumplir los requisitos del equilibrio térmico ambiental.
Tomando como punto de partida un ajuste medio del termostato de 19 °C, los participantes redujeron progresivamente su temperatura central hasta una media a largo plazo cercana a los 15 °C. Mediante un calentamiento adecuado de los individuos a través de sistemas de confort personal, ropa y adaptación fisiológica. Esto condujo a una reducción del 50% del consumo de calefacción. Con el consiguiente ahorro en consumo eléctrico. El análisis cualitativo pone de relieve las múltiples dimensiones de las prácticas sociales relacionadas con la calefacción. Y subraya la influencia clave del control y el confort para mantener una reducción significativa de la temperatura.
Puntos críticos
No fue fácil. Miedo al frío, miedo a que los vecinos o amigos ya no quisieran visitarnos. Ansiedad por los conflictos dentro del piso o la familia.
«Al principio fue necesario superar los miedos», admiten los investigadores. Algunos hábitos son más complicados de adoptar que otros. Como el pedalero instalado bajo el escritorio, que permite seguir moviéndose incluso mientras se trabaja. Los investigadores reconocen que su proyecto no es una solución milagrosa aplicable a todo el mundo. Pero defienden la necesidad de replantearnos nuestros hábitos y nuestra relación con el consumo y, por tanto, con la energía. «El objetivo no es decirle a la gente que va a pasar frío. Se trata de mantener el mismo nivel de confort pero con algunos grados menos», explica Amélie Anciaux, socióloga de la Universidad de Lovaina y miembro de SlowHeat.
El objetivo no es decir a la gente que va a pasar frío. La idea es mantener el mismo nivel de confort pero con unos grados menos.
La cuestión de la temperatura interior
La calefacción es, con diferencia, la mayor fuente de consumo de energía en los hogares europeos. En la UE, el sector residencial representa el 27% del consumo final de energía. De este porcentaje, el 64,4% corresponde a la calefacción (EUROSTAT 2024). Por ello, los esfuerzos se concentran en reducir este consumo. Interviniendo en la mejora de los edificios mediante la renovación energética. Centrándose en la eficiencia energética. Pero ninguno de estos principios aborda el concepto de suficiencia. En consecuencia, las estrategias desarrolladas también descuidan este enfoque. Por ejemplo, aunque la estrategia de rehabilitación de la región de Bruselas identifica soluciones no tecnológicas como palancas potenciales, las acciones relacionadas se limitan a medidas de comunicación y acompañamiento sin ningún objetivo cuantitativo.
Al fin y al cabo, la investigación sobre la temperatura interior en entornos residenciales se limita en gran medida a situaciones de riesgo para la salud. Como el sobrecalentamiento durante las olas de calor o las condiciones de vida insalubres asociadas a la pobreza energética en invierno. Se prima la eficiencia sobre la suficiencia. Un reciente metaanálisis de artículos científicos sobre este tema concluyó que las necesidades individuales son muy variables. Tanto que no es posible definir cuál debe ser una temperatura cálida y saludable. Aunque esto pueda sonar extraño.
Calentar el cuerpo
Enfoques alternativos relacionados con el bienestar térmico (en particular, la teoría de la aliestesia -de alliós -cambiar y aísthēsis -sensación, percepción-) hacen hincapié en el placer térmico más que en la mera neutralidad isotérmica. Proporciona un marco conceptual para la creación de entornos placenteros pero no uniformes. Esta teoría sugiere que el placer surge de entornos con condiciones térmicas contrastadas en lugar de uniformes. Por ejemplo, un entorno ligeramente frío combinado con el calentamiento directo de partes específicas del cuerpo. En otras palabras, este planteamiento se centra en calentar el cuerpo y no el edificio. El concepto de calentar el cuerpo, según la teoría del confort adaptativo, es la capacidad de adaptar el comportamiento, las expectativas y las respuestas fisiológicas al entorno. Para lograr el confort térmico. Destacando la distinción entre adaptaciones fisiológicas involuntarias y acciones voluntarias desencadenadas por la incomodidad.
Los planteamientos son diversos. Y van desde modificaciones del ambiente interior hasta la creación de zonas térmicas personalizadas a pequeña escala. Hasta flujos de calor específicos en partes concretas del cuerpo. Recientemente se han desarrollado y probado dispositivos conocidos como sistemas de confort personal (PCS), como mantas térmicas, paneles radiantes, sillas térmicas, etc. Se ha demostrado que los PCS compensan las reducciones de varios grados de la temperatura ambiente en las oficinas, ahorrando energía y proporcionando al mismo tiempo un mayor confort que la calefacción general del aire interior. Sin embargo, hasta ahora no se había investigado a fondo el impacto de los PCS en entornos residenciales.
Las comunidades
En el mundo real, el proyecto Slowheat proponía la vieja idea de calentar el cuerpo en lugar de la casa. Exploró directamente soluciones como los sistemas de confort personal (PCS).
Los PCS demostraron ser importantes oportunidades de adaptación y desencadenaron un cambio en los hábitos de calefacción. Pero los PCS por sí solos no bastan para respaldar estos cambios. El enfoque colaborativo resultó esencial para enmarcar la comunidad investigadora que ha desarrollado prácticas de calefacción adaptativas.
Se trataba primero de aprender a entender las señales del propio cuerpo. Y luego a confiar en las propias respuestas fisiológicas involuntarias y en la capacidad consciente de adaptarse mediante soluciones ambientales, técnicas o de comportamiento. Esta comunidad y la base teórica que desarrolló dieron confianza a los participantes. Tan esencial como la dimensión tecnológica para seguir difundiendo esta práctica de calentamiento.
Temperatura media
La temperatura interior media elegida por los participantes al final del proyecto fue de 15,1 °C. Mientras que el ajuste medio del termostato antes del proyecto era de 19 °C. El consumo de calefacción disminuyó una media del 50 %. Aunque parte de esta reducción oculta flujos de calor procedentes de habitaciones vecinas con calefacción. El consumo de electricidad disminuyó un 14% a pesar del uso de PCS. La crisis del coste de la vida que se produjo durante el proyecto indujo probablemente un comportamiento de ahorro de electricidad que compensó el consumo eléctrico de los PCS. Aunque se han detectado varias limitaciones en cuanto a la generalización de estas cifras, indican un potencial de ahorro energético.
Por último, esta investigación ha contribuido al debate sobre la suficiencia de las prácticas de calefacción. Ha apoyado la idea de que la necesidad básica de confort térmico no debe equipararse a la calefacción doméstica, que es sólo una forma de abordarla. En este experimento, el enfoque positivo de la suficiencia (proporcionar un nivel suficiente de confort y bienestar) no estaba reñido con el enfoque negativo (reducir los niveles actuales de consumo energético).
Para saber más: Slowheat
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