Los refugiados medioambientales o climáticos son todas aquellas personas obligadas a dejar su patria debido a fenómenos naturales como sequías, terremotos, huracanes, inundaciones y cualquier otro desastre natural. Este fenómeno se diferencia de otras causas de migración por el hecho de que no hay factores como guerras, tiranías o cuestiones políticas o religiosas que lo desencadenen, sino razones ligadas exclusivamente al estado de salud del país del que se verán obligados a irse. Por este motivo, no están reconocidos por la Convención de Ginebra sobre el Estatuto de los Refugiados, ya que no entran en ninguna de las categorías contempladas en dicha Convención.
Refugiados medioambientales: el caso de Etiopía.
Lo que ocurre en África es una auténtica paradoja climática. Todo el continente africano sólo es responsable del 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Teniendo en cuenta que casi todo el resto procede de los países más desarrollados, podemos considerar a África como una auténtica víctima de este fenómeno. En Etiopía no llueve desde hace cinco años, sin contar las inundaciones. Esto ha provocado unas condiciones poco menos que atroces:
- Mortalidad relacionada con el calentamiento: la mortalidad debida al cambio climático ha aumentado un 20% en los últimos 20 años;
- Desnutrición aguda: según estimaciones recientes de la ONU, 16 millones de personas pasan hambre o se encuentran en situación de emergencia extrema;
- Alteración de la agricultura y el pastoreo: un gran número de ganado, que solía alimentar a todo el país, ha muerto. La agricultura, no hace falta decirlo, está en crisis a causa de la sequía;
- Pérdida de identidad: cuando una población entera ve cómo se extinguen actividades que durante siglos fueron las principales formas de subsistencia, se produce una pérdida de tradiciones y, sobre todo, de la identidad laboral del propio país.
- Matrimonios precoces: si en los años anteriores la situación había mejorado, ahora asistimos de nuevo a matrimonios de niñas de apenas 11 o 12 años con hombres adultos de 40 o 50 años. Esto se debe a que, en un momento de máxima pobreza, las familias necesitan imperiosamente la dote a cambio de la novia y poder llevarse una boca más para alimentar el hogar. Por desgracia, al ser un requisito indispensable para la nueva unión, la mutilación genital femenina va en aumento.
Cabe añadir a todo esto que, según fuentes de UNHCR ( The UN Refugee Agency), Etiopía es el tercer país africano en número de refugiados, acogiendo actualmente a casi un millón de personas procedentes de Sudán del Sur, Somalia, Eritrea y Sudán. Otra paradoja de una situación que, si no se aborda adecuadamente, pronto desembocará en un desastre humanitario de proporciones aterradoras.
Cómo hacer frente al fenómeno.
Es necesario priorizar la actuación en dos frentes distintos: las actividades concretas en las zonas afectadas por los acontecimientos catastróficos y la reducción progresiva de la contaminación por parte de los países más industrializados. Sin duda, el intento de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es un objetivo fundamental. El mundo no puede permitirse seguir dando la espalda a esta emergencia. Pero, por la misma razón, el camino es aún muy largo y no se puede evitar el daño ya causado. Más bien, sería de impacto inmediato reconocer jurídicamente este fenómeno: los refugiados climáticos deberían equipararse a todos los ya reconocidos por la Convención de Ginebra. Esto conduciría a la aplicación de políticas sociales por parte de los países más desarrollados. Al mismo tiempo, habría que actuar en todos aquellos países donde ya se han producido catástrofes naturales. Recuperación de los territorios afectados, creación de infraestructuras resistentes al clima que puedan tener un mejor impacto que en el pasado. Enseñar a todos aquellos países que no han estado preparados para estos fenómenos cómo actuar en caso de catástrofes. A este respecto, Roberto Vignola, Director General Adjunto de CESVI, afirma:
El cambio climático afecta a los más vulnerables y a los que contribuyeron en menor medida a acelerar la crisis y, junto con otros factores desestabilizadores como la competencia por los recursos y los conflictos, aumenta la fragilidad social y económica y obliga a millones de personas a abandonar sus tierras y hogares…Desde CESVI intervenimos en Etiopía para dotar a las comunidades de los medios y conocimientos con los que prepararse y resistir a estas perturbaciones climáticas cada vez más frecuentes y masivas, para acabar también con la espiral de hambre y malnutrición
El global climate wall
El concepto del «Global Climate Wall» se manifiesta de dos maneras: una práctica y otra teórica. Básicamente, engloba todos aquellos comportamientos que los Estados ponen en marcha para impedir la llegada de quienes se ven obligados a abandonar su tierra por motivos medioambientales. Mientras que, por un lado, se crean verdaderos muros y barreras para frenar los flujos migratorios, por otro, no se abordan las causas que los originan. Básicamente, sigue habiendo una falta de concienciación sobre lo que podría y puede hacerse para garantizar que estos viajes de desesperación no se produzcan. Si todas esas políticas industriales y de otro tipo que han llevado la contaminación a estos niveles se hubieran considerado equivocadas, todas estas catástrofes podrían haberse evitado. Luego hay que tener en cuenta el esfuerzo económico que tienen que hacer las naciones para mantener las distancias con los refugiados: además de las barreras, hay que calcular el despliegue militar y tecnológico colocado para vigilar esos muros. En la práctica, las cuentas no cuadran: se gasta más en protegerse uno mismo que en prevenir catástrofes ecológicas. A este paso, la humanidad tendrá que adaptarse a los hábitos de tantos animales que, por razones climáticas, se ven obligados a emigrar por todo el mundo.
