El ecocidio es la peor ofensa que la humanidad puede hacer a la Madre Tierra. Es un daño al ecosistema que perjudica a la totalidad de los elementos: al medio ambiente, a los animales y al hombre mismo, sin excepción. Deforestar, contaminar y explotar anormalmente una zona del planeta desencadena un proceso devastador que destruye o destruirá toda la zona afectada, creando un desequilibrio natural que se extenderá lentamente como un reguero de pólvora. Las pruebas están a la vista, hasta el punto de que muchos Estados empiezan a exigir que este acto se considere un verdadero y propio delito penal con todos los anexos y conexiones que se derivan en estos casos.
Caso de ecocidio: la selva amazónica.
Según una estimación de la FAO, sólo en los 30 años que van de 1990 a 2020, el trabajo poco ético del hombre ha destruido 420 millones de hectáreas de bosque en todo el mundo. Las razones pueden atribuirse a la búsqueda indiscriminada del máximo beneficio a costa del medio ambiente. Principalmente la producción de madera, la necesidad de crear explotaciones ganaderas masivas, la urbanización y la explotación de yacimientos de todo tipo (desde metales hasta hidrocarburos y minerales).
Un ejemplo de todos los casos de ecocidio es la selva amazónica. La mayor selva tropical del mundo está considerada el pulmón verde de la Tierra. Cubre 6,5 millones de kilómetros cuadrados y se extiende por 9 Estados: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia, Guyana, Surinam y Guayana Francesa. En ella hay la asombrosa cifra de 400.000 millones de árboles que almacenan decenas de miles de millones de carbono y liberan a la atmósfera una cantidad increíble de vapor de agua y oxígeno. Un verdadero órgano vital de nuestro planeta. Baste decir que este enorme ecosistema regula el clima del planeta. También alberga más de 400 especies de mamíferos, más de 800 especies de reptiles y anfibios, 1.300 especies de aves y 100.000 especies diferentes de invertebrados.
Ahora este patrimonio natural está gravemente amenazado. Se están llevando a cabo actividades de deforestación para dejar sitio al cultivo masivo de productos especialmente demandados en el mercado mundial, como el café, el cacao y la soja. Y donde no llegan las excavadoras, intervienen los incendios – evidentemente provocados -, que queman inmensas cantidades de zonas forestales. El impacto, además de ser perjudicial para las propias plantas, se está llevando por delante un gran número de animales que, al no tener ya su hábitat, corren el riesgo de extinguirse. A todo esto hay que añadir el daño que las poblaciones aborígenes están experimentando desde hace tiempo: la imposibilidad de encontrar aquellos recursos que son esenciales para su sustento. El equilibrio entre el hombre y la naturaleza ya no existe en la selva amazónica. Un estudio de Nature Climate Change dice textualmente:
La resiliencia se está perdiendo más rápidamente en las regiones con menos precipitaciones y en las partes de la selva más próximas a la actividad humana… Aportamos pruebas empíricas directas de que la selva amazónica está perdiendo resiliencia, lo que supone un riesgo de degradación con profundas implicaciones para la biodiversidad, el almacenamiento de carbono y el cambio climático a escala mundial».
¿Cuál es la situación de la población mundial?
La introducción del delito de ecocidio
La Comisión Europea ha introducido el delito de ecocidio, invitando a todos los Estados miembros a avanzar en esta dirección adaptando su legislación. Se trata en sí mismo de un hecho muy importante, derivado de un camino que se inició en 2021, para convertirse en una directiva en toda regla el 11 de abril de 2024. Concretamente, la directiva condena en su artículo segundo
el vertido o la emisión de sustancias que causen o puedan causar daños sustanciales a la atmósfera, el suelo, el agua o los ecosistemas; la comercialización de productos cuyo consumo excesivo pueda dar lugar a las emisiones a que se refiere el apartado anterior; la construcción o el desmantelamiento de instalaciones que puedan dañar el medio ambiente; cualquier actividad que pueda causar el deterioro de un hábitat protegido o de determinadas especies animales.
Y continúa en el artículo 3
destrucción o daño generalizado e importante, irreversible o duradero a un ecosistema de tamaño o valor medioambiental significativos o a un hábitat dentro de un lugar protegido, o daño generalizado e importante, irreversible o duradero a la calidad del aire, el suelo o el agua. Además, también se penalizará la instigación, la complicidad y la tentativa de estas conductas delictivas.
Otras iniciativas contra el ecocidio
También hay otras iniciativas muy importantes para convertir el ecocidio en un delito internacional. La Stop Ecocide Foundation propuso en junio de 2021 un proyecto de enmienda elaborado por un equipo de expertos. Se ha propuesto a la Corte Penal Internacional (CPI) que equipare dicho delito a otros ya existentes como el genocidio, los crímenes de guerra, los crímenes contra la humanidad y los crímenes de agresión. Esto supondría un paso histórico, ya que permitiría procesar a cualquier persona, física o jurídica, poniéndola a disposición de un tribunal internacional.
Por su parte, tres pequeños Estados insulares del Pacífico, Vanuatu, Fiyi y Samoa, han hecho una petición explícita a la CPI para que se incluya el ecocidio como quinto crimen internacional. Esta petición se hace en vista de la subida del nivel de los mares y océanos que amenaza con hacer desaparecer miles de pequeñas islas.
¿Cuánto tardará el mundo en tomar conciencia de lo que es el ecocidio?
Sin duda, todas estas iniciativas representan un avance muy importante. Sin embargo, la concienciación sobre este tema sigue estando muy por detrás del problema real. También existen barreras legislativas que sólo la cooperación internacional puede derribar. Otro problema es que la Corte Penal Internacional no está reconocida por países como Estados Unidos, Rusia y China, que imitan así su labor. Luego están los problemas de soberanía que cada país lógicamente exige. Y por último, el mayor enemigo es la continua explotación de la Tierra que, buscando generar el mayor beneficio posible, crea diariamente desastres para el medio ambiente. Todo esto hace pensar que aún tendrán que pasar muchos años para que se alcance la unanimidad mundial. Tiempo, éste, que el planeta probablemente no podrá soportar.