La rezonificación, una amenaza a los espacios verdes
¿Sabes qué es la rezonificación y cómo influye en la biodiversidad? Pasa y descubre cómo un rediseño del terreno puede ser una bofetada a la conservación de los recursos naturales.
La rezonificación: la cuna de las ciudades, la tumba del medioambiente
Es útil y conflictivo, un reto y un peligro. La rezonificación plantea muchos desafíos y beneficios, una invitación a crecer y fortalecerse para las urbes. Pero como es bien sabido, no es oro todo lo que reluce. Así que es hora de analizar las desventajas de este proceso; y esta vez desde una perspectiva ambiental.
¿Qué es la rezonificación?
Se trata, sencillamente, de una intervención urbanística que aplican las autoridades; sin más. Estrictamente y según términos oficiales, la rezonificación no es más que el proceso legal por el que un terreno cambia de designación y zonificación. ¿Traducción? Es el dictamen legítimo en el que se consiente que un mismo suelo tenga otro uso.
Así, un terreno que antes estaba calificado como zona residencial, por ejemplo, puede pasar a tener un empleo comercial e incluso industrial, sin ir más lejos. De ahí que sea muy frecuente ver que la categoría de zonificación existente de un suelo sufra una modificación tras la rezonificación. Sí, efectivamente, para permitir un tipo diferente de empleo. Es, básicamente y resumiendo, una reutilización en toda regla.
Figuras como Patrick Condon, planificador y profesor de la Universidad de Columbia Británica, sostienen que la rezonificación contribuye a aumentar el precio del terreno. ¿En qué sentido? Ya que incrementa la deseabilidad y dispara el valor del desarrollo. O así lo defendió en una conferencia del 2021 sobre la habitabilidad de California. El urbanista Wendell Cox, por su parte, señala que la rezonificación es un rediseño del suelo, y que esta influye en la asequibilidad de la vivienda.
En cualquier caso, para toda la crítica urbanística en general, y para ambos expertos en particular, una buena y verdadera rezonificación tiene que cumplir ciertas pautas de regulación. ¿La más importante? El especificar el tipo de licencia de edificación reservada a dicha tierra. Y justo por ello se debe detallar factores como la densidad poblacional, las alturas de los edificios, los retrocesos, su impacto, la compatibilidad con el entorno… etc.
Sí, no cabe duda de que la rezonificación tiene sus cosas buenas; o interesantes, como mínimo. Y una de ellas es el poder responder a la demanda del mercado. Una ciudad en crecimiento tiende a exigir de más espacios comerciales, por no hablar de más áreas residenciales. Y he ahí donde entra en juego esta suerte de «rediseño» del suelo: permitiendo reutilizar la tierra ya existente para responder a las nuevas necesidades.
De esta manera, esta estrategia de «reciclaje» y «densidad» » se convierte en un sinónimo de desarrollo económico. Y su efectividad se ve claramente en las ciudades que recodifican su suelo para atraer empresas y, con ello, crear empleos, impulsando en el proceso la economía local. Un crecimiento que, a su vez, abre la puerta a diversos cambios en la infraestructura; desde proyectos de carretera, hasta generar transporte y servicios públicos.
Pero el problema de la rezonificación aparece cuando se pone en balanza el impacto ambiental del nuevo uso que se le va a dar a ese terreno. Y es que muchas veces no se suele considerar los efectos de esa rezonificación en la vida silvestre, o en los recursos hídricos, o en los parques naturales y espacios verdes. Nos referimos, efectivamente, a la transformación de terrenos rurales en urbanos; y a la modificación de ecosistemas; y a la reducción de áreas verdes… y eso por citar unas pocas consecuencias.
Del High Line a casinos y rascacielos, un ejemplo de mala rezonificación
Se inauguró en 2009 y actualmente es el parque lineal elevado más famoso de todo el planeta. Hablamos del ‘High Line’, cómo no, un parque urbano, público y lineal que ha dejado su imprenta en Nueva York, en el distrito de Manhattan. Y es que en apenas 2,33 kilómetros, despliega una pequeña selva de curiosa vegetación que atrae a más de 5 millones de visitantes al año.
Visitantes que pueden pasear por su pasarela botánica y conocer las diversas plantas salvajes que crecieron en las vías abandonadas de la región neoyorkina antes de su restauración. ¿Su mayor peculiaridad? Que se yergue sobre los mismísimos raíles de una vía ferroviaria en desuso.
Pero ahora, esta icónica zona de Manhattan se encuentra amenazada por la rezonificación. Más exactamente por un proyecto de edificación vecina, en la vieja estación de tren de West Side Yard, que propone constuir un casino y varios rascacielos, y hacerlo justo a la sombra de este jardín elevado. Una perspectiva que tiene preocupados a Joshua David y Robert Hammond, reconocidos fundadores de ‘Friends of the High Line’.
En palabras de este dúo, semejante rediseño del terreno tendría efectos negativos que estropearían la experiencia del High Line. Y también darían al traste con el esfuerzo que supuso el desarrollo urbano orientado a la comunidad. Vamos, lo que fue, hace una década, la conversión de esta línea ferroviaria industrial elevada, básicamente.
¿Pero cuáles son los efectos secundarios y ambientales de la rezonificación?
Adiós a los ecosistemas naturales. Esta es, sin duda alguna, una de las peores consecuencias ambientales de rediseñar el terreno. Y es que coger bosques y humedales y convertirlos en áreas urbanas o comerciales o residenciales es dispararle a la ecología en toda la frente. Porque al transformarlo, se acaba destruyendo en el proceso el hábitat de numerosas criaturas. Máxime si se tiene en cuenta que la supervivencia de muchas de esas especies depende directamente de esos espacios naturales.
En otras palabras: tanto la deforestación como la invasión de hábitats suponen una drástica disminución de la biodiversidad. Todo ello sin olvidar que, al cambiar el uso del suelo, se está alterando las funciones ecológicas que cumplen esos corredores biológicos. Hablamos de procesos tan vitales como la captura de carbono, la conservación de la tierra o la regulación del ciclo del agua.
Otra crítica que esgrimir contra la rezonificación es el aumento de la contaminación. Para entender este punto, basta recordar que la urbanización y expansión de las zonas industriales incita a una mayor actividad de las fábricas. Lo que a su vez deriva a niveles más altos de contaminación. Emisiones que, por descontado, afectan tanto la calidad del aire y del agua como la propia salud de los ecosistemas vecinos.
Una pérdida de impermeabilización del suelo que reduce la capacidad de absorción del agua, por un lado, e implica ver residuos arrastrados hacia ríos y acuíferos, por otra parte. Metales pesados y productos químicos que, al final, deterioran la calidad del agua, primero, y amenazan la biodiversidad, después.
Es así como de aumento a aumento vamos al calentamiento global, y de cómo la vegetación actúa como sumidero de carbono. Ya lo hemos señalado: muchas veces, la rezonificación trae consigo la deforestación y la conversión de áreas naturales en zonas urbanas o industriales. Esto significa que su pérdida o reducción equivale a una disminución de la capacidad de la Tierra para absorber uno de los principales gases de efecto invernadero; sí, el dióxido de carbono.
Un abanico de contras y desventajas de contaminación, al que se suma la expansión de infraestructuras y la construcción de edificios. ¿En qué sentido? Ya que ambos generan emisiones de carbono adicionales. Amén de las emisiones que provocan los materiales de construcción, por supuesto; así como el incremento del tráfico y el consumo energético en las áreas urbanas.
La salud humana, en jaque por la reutilización urbana
Los parques, los jardines y las reservas naturales son fundamentales para el bienestar de las personas, eso es un hecho. Por algo son sinónimo de recreación, reducción de estrés y salud mental. ¿El problema? Que la rezonificación muchas veces suele causar una reducción en el número de estas áreas verdes. Una pérdida que, a su vez, provoca que caiga la calidad del aire y del agua, sobre todo en las ciudades.
Algo que, desde luego, no hace sino exponer a la gente a más enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Hablamos de un contacto de personas con la naturaleza que se ve abocado primero a la limitación, después al deterioro, y finalmente a una desconexión con el medioambiente.
A esta lluvia de desventajas ambientales de la rezonificación se suman otros grandes inconvenientes a tener en cuenta. La sobreexplotación de Recursos Naturales, la vulnerabilidad de las ciudades a desastres naturales, la disponibilidad y sostenibilidad de las fuentes de agua. Amén, por supuesto, de la degradación de los suelos, la sequía de los recursos hidráulicos y la exposición de la flora y fauna, obligados a vivir y respirar gases contaminantes por doquier.
Porque cambiar la topografía natural por urbanización es, a veces, llamar al desastre.
La rezonificación es un proceso complejo y multifacético, en conclusión. Una especie de flexibilidad de empleo del suelo que se pone en marcha desde varios ámbitos. Desde sectores legales y sociales, hasta económicos y medioambientales.
Propietarios y empresas, ayuntamientos y gobiernos son los primeros involucrados en esta pugna de reutilización y rediseño e intervención del terreno, es verdad. Pero el resto de personas también formamos parte del engranaje. Y por ello es muy importante comprender este término y el riesgo al que exponemos una y otra vez al medio ambiente.
Y sí. La rezonificación es una herramienta muy útil tanto para el desarrollo económico como para la gestión de la expansión urbana. Con todo, plantea desventajas significativas para el ecosistema, y eso tampoco se puede negar. Ante esta perspectiva, es completamente fundamental que los planos de rezonificación vayan incorporando medidas de actuación. ¿Como cuáles?
Empezando por un enfoque de sostenibilidad y protección ambiental, por ejemplo. Continuando por minimizar los daños ecológicos, mismamente. Y terminando por adoptar pautas que garanticen a las futuras generaciones el poder disfrutar de un verdadero medioambiente. Uno saludable, ecológico y equilibrado.