Microplásticos, una de las palabras más repetidas de un tiempo a esta parte, pero ¿Qué son los microplásticos? ¿Dónde se encuentran? ¿Qué tecnologías actuales y novedosas erradican su toxicidad y qué técnicas se pueden aplicar desde casa?
Desde sencillos trucos de la abuela hasta métodos más elaborados y científicos. Eliminar los microplásticos por cuenta propia y desde casa es posible, al menos en parte. Y en esta ocasión vamos a enseñaros cómo. ¿El objetivo? Resumir los métodos, ante todo; y aprovechar el camino para dar una visión clara, tecnológica e innovadora de esta cuestión. ¿Preparados? ¡Comencemos!
¿Qué son los microplásticos?
Pequeños pero matones, así son los microplásticos. Sólidos e insolubles y con un tamaño inferior a 5 milímetros, no dejan de ser sino otro rostro de la contaminación en la que ya vive inmersa la humanidad. En este sentido y según estimaciones, cada año unas 11 millones de toneladas de residuos plásticos acaban en el mar, aproximadamente.
Dentro de esta gama de partículas contaminantes podemos encontrar los microplásticos utilizados, los clasificados como «materiales primarios». Aquí se engloban los productos para eliminar la pintura y el óxido, e incluso los exfoliantes, elemento típico de los cosméticos y de otros artículos de belleza.
Pero también están los microplásticos llamados «materiales secundarios», diferenciados por ser fragmentos pequeños que han escapado de trozos más grandes de plástico durante su proceso de desintegración. Una lista en la que se cuentan los embalajes, los neumáticos e incluso las fibras de productos textiles.
Para captar la gravedad de esta problemática hay que recordar que al plástico le cuesta décadas y siglos degradarse del todo. Tiempo en el que se resiste a desaparecer. Y en el que los fragmentos en los que se ve reducido este material para su supuesta eliminación, causa daños y estragos. Por lo que sí, es justo señalar que sus minúsculos residuos atacan a una gran variedad de organismos, incluidos animales y marinos.
¿Por qué se cree que los microplásticos son un peligro nocivo contra la salud?
Aún hoy la ciencia anda escasa de ensayos que destripen el impacto de los microplásticos en la salud de las personas, eso es un hecho. Una falta de investigación que la OMS u Organización Mundial de la Salud no duda en hacerse eco y protesta y lamentación, por cierto. Con todo, el tema suscita preocupación. Y es que el consenso general de los ensayos que ya existen sostienen que ni ingerir ni inhalar los nanoplásticos o los microplásticos es algo que deja indemne al organismo humano, igual que ocurre con los animales, el océano y su fauna marítima.
La bióloga Claudia Sick, directora de proyectos de la danesa ONG Plastic Change, lo explica en términos muy simples. «Estas pequeñas partículas bloquean o reducen físicamente la funcionalidad de los órganos vitales». Y como ejemplo, la experta recurre al caso del mejillón. «Las partículas de microplásticos pueden adherirse a sus órganos de filtración de los alimentos; y en los peces, a las branquias o al interior de sus sistemas digestivos”.
¿Traducción? Que hablar de microplásticos es aludir a un impacto devastador en la fauna marina. Tanto es así que actualmente podría haber hasta 50 billones de estas partículas en los océanos de todo el mundo, según se especula.
Que dicen los expertos
Para los expertos en la materia, el hecho de que los microplásticos se encuentren dispersos por todas partes convierte a estas partículas en una amenaza para la salud. Un creciente peligro de ingesta que, en el caso de las personas, comienza con algo tan simple como beber agua, por muy potable que esta sea. Y que termina en inflamación, en el mejor de los casos, amén de estrés oxidativo en el sistema gastrointestinal y respiratorio.
De hecho, el rastro de los microplásticos es tan omnipresente que pueden hallarse tanto en el agua embotellada y del grifo como en las tripas de los peces y las aves marinas. En las gélidas aguas de la Antártida, en las nubes y en la profundidad y superficie de los océanos. Es más, ni siquiera la leche materna, la placenta, los pulmones o el torrente sanguíneo se libran de contabilizarlas.
Aclarado este concepto base de qué son los microplásticos y por qué son un mal muy grande que combatir, es hora de responder entonces a la pregunta del millón. ¿Se puede evitar consumir estas partículas? La respuesta es sí, si bien las alternativas aún se hallan en estado de crecimiento y expansión. Con todo, se pueden encontrar unas cuantas ideas, bien interesantes y frescas, y ponerlas en práctica incluso desde casa.
Hervir y filtrar el agua, el método de la abuela que ha resultado ser una verdad científica
¿Sabías que esta táctica es, fiablemente, una buena y eficaz herramienta para limitar la ingesta de microplásticos en el agua potable? O a esa conclusión llegó un equipo de científicos de la Universidad médica de Guangzhou en china. Quienes, en colaboración con la Universidad de Jinan, ubicada también en el gigante asiático, sugirieron en sus conclusiones que hervir y filtrar el agua podría, de hecho, ayudar a disminuir la cantidad de microplásticos y hasta nanoplásticos en el agua de casa.
Estamos hablando de una reducción del 90%, nada menos, a juzgar por las afirmaciones del mencionado estudio, difundido hace unos meses en la científica revista ‘Environmental Science & Technology Letters’. Lo que es mucho decir, por cierto, teniendo en cuenta que estas diminutas partículas plásticas tienden a acabar en nuestros vasos u ollas o platos al abrir el grifo de casa y, de ahí, pasar al sistema digestivo, para finalmente asentarse en todo el organismo.
Ahora bien, ¿de qué manera se puede poner en práctica esta estrategia de lucha contra los microplásticos? Hirviendo el agua, primero, siempre y cuando luego se filtre con un colador de malla fina, eso sí.
Se trata, en definitiva, de un método tan habitual y tradicional en algunas regiones de Asia, como sencillo y barato y descontaminante para todo el mundo. Resultando inofensivo, incluso, y así lo remarcan los expertos chinos en su investigación. Trabajo que, en suma, apuesta por encontrar maneras caseras de eliminar las impurezas del agua, luchando por reducir la exposición global a los microplásticos y nanoplásticos. Y planteando como broche de oro una estrategia viable a largo plazo.
La importancia de filtrar el agua en casa
No cabe duda de que la presencia de los microplásticos en el agua potable, ya sea de grifo o embotellada, implica urgencias y problemas. Y ello a nivel ambiental y de salud. He ahí donde entra en acción una medida que, curiosamente, ha resultado ser muy eficaz: Los Filtros.
Mientras que llevar botellas reutilizables de vidrio o acero inoxidable ha demostrado ser una buena manera de limitar la exposición a los microplásticos, instalar filtros de agua en casa, sometiéndolos a tratamientos de ósmosis y filtración, ha dado resultados aún mejores.
Hablamos de filtros del hogar cuya porosidad debe ser pequeña, de un micrómetro e incluso menos. Y que se colocan en la salida de agua, enganchado al grifo, directamente. O bien se ponen bajo el fregadero; concretamente entre la toma de agua y el propio grifo.
Y sí, es cierto que el solo hecho de filtrar el agua de casa no saca de la ecuación a las otras fuentes de microplásticos (empezando por los alimentos y continuando por el propio aire que uno respira). Aun así, resulta una forma bastante eficaz de limitar la exposición.
Tipos de filtros
Por suerte, actualmente existen en el mercado diferentes tecnologías de filtración del agua en su versión doméstica, para hacerla más potable y aún más saludable. Empezando por la filtración mecánica, por ejemplo, con tendencia a utilizar fibras o cerámica o arena para atrapar partículas. Y continuando por la filtración por ósmosis inversa, mismamente, reconocible, según los entendidos en la materia, porque echa mano de una membrana semipermeable, llegado el momento de filtrar una amplia gama de contaminantes. Contaminantes entre los que se cuentan los microplásticos, cómo no.
Los filtros de carbón activado representan, por su parte, otra interesante respuesta contra los residuos del plástico. Su eficacia y grado de filtración del agua dependen de la granularidad y del diseño del filtro, cierto. Razón por la que se emplea para mejorar el sabor y olor del agua, quitar compuestos orgánicos, reteniendo en el proceso algunas partículas de los microplásticos.
Por último están los filtros de fibra hueca o ultrafiltración, con poros muy pequeños que, empero, concentran una eficacia anti plástico multiplicada por cien o más. Unos dispositivos con fases de filtración, nada menos, que erradican las impurezas del agua por métodos mecánicos de filtrado. Para luego, en otra fase, pasar por cartuchos de carbón o de resina de intercambio iónico, lo que les permite atrapar tanto metales pesados como impurezas químicas y bacterias.
De los remedios caseros al dictamen tecnocientífico
La tecnología, con su indomable espíritu de innovación, es sin duda alguna un escudo que blandir en la lucha contra la contaminación de los plásticos y sus nano y micro fragmentos. No en vano la sombra ominosa de los microplásticos es una realidad cada vez más presente en la conciencia colectiva, afortunadamente.
Un ejemplo de iniciativa pionera contra los microplásticos es el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, sin ir más lejos. Y es que la entidad lanzó en 2023 su campaña ‘Mares Limpios’, animando a los países a tomar medidas eficaces. Un plan de sostenibilidad en el que se insta a las naciones a que prohíban el uso de microplásticos en los cosméticos, entre muchas otras medidas. Un guante de actuación que la Comisión Europea no dudó en recoger después, añadiendo otras pautas en su propio reglamento.
Pero las ideas para poner fin al poder tóxico y contaminante del plástico y sus diminutos residuos no acaban aquí, ni mucho menos. Igual de ecológica, aunque mucho más tecnológica, es el caso del proyecto del irlandés Fionn Ferreira.
Basado en imanes y en un líquido magnético, la táctica planteada por este joven ingeniero promete acabar con los microplásticos que inundan los océanos. ¿Su golpe de gracia? Hacerlo de una manera no solo segura y eficaz, sino también rápida y sostenible. Digna de mención es también Clearbot, el robot autónomo con esencia de inteligencia artificial, que elimina el plástico del océano identificando la basura.
La tecnología, una voz ingeniosa contra la contaminación del agua
No menos llamativo son los altavoces anti microplásticos ideados por ingenieros del Instituto de Tecnología Sepuluh Nopember en Surabaya, Indonesia. Un prototipo de sistema de filtración que recurre a las ondas acústicas para limpiar las aguas del mar.
O el innovador filtro de agua Sawyer Micro Squeeze, reconocible por su diseño ultraligero y su peso casi imperceptible. Económico y asequible a través de muchas tiendas online, puede filtrar hasta 360.000 litros de agua. Además de que permite guardarlo con bastante facilidad, ya que cabe en una sola mano. Sencillo y reutilizable, hace real la posibilidad de disfrutar de agua potable esté uno donde esté, ofreciéndose como un auxilio para senderistas, campistas y hasta para los propios servicios de emergencia.
Por su parte, este interesante purificador no se queda atrás en curiosidad y originalidad, y menos cuando está en juego la lucha tecnológica contra los microplásticos. Hablamos de una inventiva diseñada por investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Daegu Gyeongbuk (DGIST), en Corea del Sur. ¿Qué tiene de especial? El poder borrar todos los contaminantes del agua, aumentando el tiempo de absorción. Porque «velocidad» es el lema de este producto, pues da resultados a un ritmo nunca antes visto, apenas 10 segundos, llevándose por delante microplásticos y compuestos orgánicos volátiles.
Porque el agua, sí, es salud
Un dicho tan viejo como sabio y cierto. El agua es salud, y el hecho de que los microplásticos invadan y corrompan sus humedades supone un gran peligro tanto para el medioambiente como para la vida acuática.
Por tanto, cuidar de los océanos, los ríos y demás fuentes de agua dulce es, indiscutiblemente, una de las tareas más importantes en las que debe implicarse el ser humano. Por algo sus corrientes esconden vida, significan vida; basta recordar que son el soporte vital de la Tierra. ¿Y por qué? Ya que albergan vida y producen oxígeno, sin olvidar que ayudan a regular el clima.
Así, aunque los científicos siguen trabajando para determinar las consecuencias (en salud) de la exposición prolongada a los microplásticos, no son pocos los estudios que se han alzado para advertir y reconocer que ingerir microplásticos provoca una alteración del equilibrio en los microorganismos, reduce la diversidad bacteriana de la microbiota del colon, causa destrozos en las células humanas, suscitan reacciones alérgicas y empujan a la muerte celular.
Pero recurrir a una o a varias de las tácticas arriba mencionadas puede marcar la diferencia. Pasos simples que, en suma, tienen un impacto importante en la salud. Y es que seguir estos consejos puede ayudar a construir un mejor camino hacia una hidratación más saludable y consciente.