El comercio ilegal de vida silvestre sigue siendo una amenaza global y afecta a miles de especies animales y vegetales en más de 160 países. A pesar de los esfuerzos internacionales por erradicar el tráfico ilegal de especies animales y vegetales, los gobiernos enfrentan a organizaciones criminales altamente estructuradas que encuentran vacíos legales y que, así, continúan operando. El tercer Informe Mundial sobre Delitos contra la Vida Silvestre de la UNODC ofrece una visión completa de este problema. Además, proporciona herramientas para mejorar las respuestas frente a este fenómeno delictivo.
El comercio ilegal de vida silvestre: un fenómeno global
Según las incautaciones registradas entre 2015 y 2021, existen diversos factores interrelacionados que abarcan las especies involucradas y las razones del tráfico ilegal. Por un lado, destaca la alta demanda de productos derivados de especies protegidas, como el marfil, los cuernos de rinoceronte y las escamas de pangolín, son algunos de los motores que impulsan este mercado. A ello se suma la pobreza en las comunidades rurales, lo que contribuye a que muchas personas participen en actividades ilegales para obtener ingresos.
En este contexto, el crimen organizado ha demostrado una notable capacidad para adaptarse rápidamente a los avances tecnológicos y para superar las barreras legales. Sin embargo, estos obstáculos no solo tecnológicos, porque la corrupción y la falta de recursos en algunos países permiten que el tráfico de vida silvestre continúe prosperando a pesar de los esfuerzos internacionales.
Cuáles son las especies más afectadas
Es una realidad que el comercio ilegal de vida silvestre afecta a miles de especies en todo el mundo, pero hay algunas que se llevan prácticamente toda la atención. En primer lugar, se encuentran los pangolines, que son los mamíferos más buscados debido al uso de sus escamas en medicina tradicional. Por otra parte, los elefantes son cazados por sus colmillos de marfil y los rinocerontes, por sus codiciados cuernos. Los tigres, por sus huesos y pieles.
Otras especies afectadas incluyen tortugas marinas, codiciadas por su carne y sus caparazones y los loros grises africanos, víctimas del mercado de mascotas exóticas.
Puede decirse que, cuando se trata de daños a la conservación, el comercio ilegal tiene un papel relevante en las extinciones locales o globales. Tal es el caso de la recolección ilegal de suculentas y orquídeas raras, así como el tráfico de una amplia variedad de reptiles, peces y aves.
Las múltiples consecuencias del comercio ilegal
El comercio ilegal de vida silvestre genera ingresos sustanciales para quienes participan en esta actividad delictiva, mientras que representa un costo considerable para quienes intentan combatirlo. Enfrentar este tráfico requiere grandes inversiones por parte de los gobiernos y puede, además, reducir los ingresos públicos derivados de actividades legales, como el cobro de licencias para la tala de madera o la recaudación de impuestos relacionados con el turismo.
Este problema no solo afecta a las finanzas públicas, sino que también impacta directamente en el empleo. Se debilita el papel fundamental de la naturaleza en sistemas vitales como la agricultura y el suministro de agua. Además, está estrechamente ligado a la exposición a la violencia, el debilitamiento de la cohesión comunitaria y el aumento de la vulnerabilidad frente a prácticas laborales abusivas, así como la trata de personas.
A su vez, esta práctica reduce la población de animales, lo que afecta la capacidad de los ecosistemas para almacenar carbono. De esta forma, se incrementan las emisiones de gases de efecto invernadero. La disrupción de los ecosistemas que provoca el comercio ilegal también debilita las medidas de adaptación y mitigación frente al cambio climático, lo que agrava sus consecuencias a nivel global.
Por qué no se puede detener el comercio ilegal de la vida silvestre
A pesar de los esfuerzos globales como la cooperación entre países, leyes más estrictas y operaciones policiales, el tráfico de vida silvestre encuentra su forma de subsistir. La corrupción a distintos niveles y la capacidad de adaptación de los traficantes para cambiar las rutas y los métodos continúan siendo grandes obstáculos.
Las diferencias en las legislaciones y la falta de recursos en ciertos países dificultan una respuesta global eficaz y permite que esta actividad delictiva prospere en muchas regiones. Por último, cuando se logra encarcelar a quienes participan de ella, suelen ser operarios de bajo rango. Es decir, personas que están involucradas en el tráfico, pero que desempeñan roles menores en la operación criminal en lugar de los líderes de la red u organizadores de alto nivel. Por ejemplo, empacadores, transportistas e intermediarios, como conductores y otros participantes en la cadena logística.
Señales de esperanza en un contexto desafiante
A pesar de los grandes desafíos que enfrenta la lucha contra el tráfico ilegal de especies, existen motivos para el optimismo. En primer lugar, la inversión en intervenciones para combatirlo está creciendo, tanto a nivel nacional como internacional. Las agencias gubernamentales, instituciones regulatorias y financiadoras están cada vez más comprometidas en identificar y financiar las intervenciones para hacerlas más efectivas. Este apoyo financiero no solo ayuda a cubrir costos operativos, sino que también impulsa la investigación y la evaluación de las intervenciones.
El desarrollo de una base de evidencia sólida sobre qué intervenciones funcionan es aún incipiente, pero se están realizando esfuerzos para mejorarla. La revisión de estudios existentes muestra que algunas estrategias, como los regímenes de patrullaje, han mostrado resultados prometedores en términos de aumento de la abundancia de vida silvestre. Aunque los datos aún son limitados y raramente nos encontramos con evaluaciones formales, cada avance representa un paso hacia un futuro donde la protección de nuestra biodiversidad se fortalezca.
A pesar de los desafíos que persisten, la creciente inversión en intervenciones y la colaboración internacional brindan motivos para la esperanza. Con más investigación, financiación y compromiso, el mundo podrá avanzar hacia un futuro en el que la vida silvestre y los ecosistemas estén mejor protegidos. Cada pequeño avance refuerza la posibilidad de un cambio significativo y duradero en la lucha contra el crimen de vida silvestre.
