A partir del 3 de febrero estará en las librerías «10×10. Storie di donne fotografe». Un interesante volumen, editado por Nicolas Ballario, que narra la vida, las historias y el arte de diez protagonistas de la fotografía del siglo XXI. Diez mujeres fotógrafas.
En busca de su identidad
Con una cuidada selección de sus obras, impresas en los ojos (y las emociones) de todos, el libro ilustra el discurrir de los acontecimientos de estas pioneras de la fotografía del siglo XX. Historias de mujeres fotógrafas. Desde Dorothea Lange, con su trabajo sobre América durante la Gran Depresión, hasta Gerda Taro, con sus instantáneas de soldados y la Guerra de España.
A través de Margaret Bourke-White, y sus escalofriantes documentos (entre otros), sobre el campo de concentración de Buchenwald. Claude Cahun, anticipador de temas relacionados con la identidad sexual y el género. Y luego Lisetta Carmi, recientemente redescubierta tras décadas de olvido.
Sensibilidad única al contexto
Autores célebres, como Tina Modotti e Imogen Cunningham. Hasta nuestros días, con grandes artistas como Cindy Sherman y Vanessa Beecroft, que utilizan la fotografía como medio privilegiado de expresión de su mundo interior y de su búsqueda expresiva. Y Nan Goldin, que «fotografía lo no fotografiable».
En conjunto, una sensibilidad única para su contexto. También única a sus impresionantes existencias. Una capacidad innata para traducir visualmente los cambios que se producen. Paisajes cambiantes. Representados sin prejuicios. A través de una lente clara y cristalina. A veces afilada. Una lente que representa una realidad llena de discriminación.
Ecología de la imagen
Qué cerca sentimos estas imágenes/reflejos. Aunque estén lejos en el tiempo, siempre están cerca de la actualidad. Porque el mundo actual es todavía y siempre parcial, sesgado e injusto. Requiere un esfuerzo de responsabilidad para ser aceptado y cuidado. Devuelto a una sostenibilidad aceptable, por su deriva. Un mundo que sea tanto realidad física como (también, y sobre todo) lugar interior.
Esta actitud ecológica es también una exploración crítica del mundo. Donde la práctica de la mirada es una estructura de «puntos de vista». Más allá de la representación, y del valor enriquecido. Las ideas se convierten entonces en elementos materiales de nuestros entornos. Son conceptos físicos. Circulan en los pensamientos, dan forma a nuestras mentes, cuerpos y entornos.
Sin esta actitud, para coser las tramas, es difícil comprender el significado de la palabra «imagen». También, en su acepción de ecología de la imagen. Capaz de representar de forma única las interacciones entre los individuos y el entorno. Representar pero también describir, comprender, explicar.
Historias de mujeres fotógrafas
El libro «no quiere ser un compendio de la fotografía femenina y desde luego no tiene la ambición de ofrecer una síntesis en este sentido» – dice el comisario Nicolas Ballario. «Hemos elegido a diez mujeres que han cambiado la historia de la fotografía con su práctica y lo han hecho desde una posición incómoda que las quería gregarias».
Las artistas descritas son mujeres y fotógrafas con personalidades muy diferentes; lo que las une, sin embargo, es el hecho de que se adelantaron a su tiempo, desafiando un mundo y un sistema -el del arte- profundamente dominado por los hombres. Además, esto forma parte de las historias de las fotógrafas.
La dureza del entorno (ya sea físico o psicológico; cultural o contextual) nos obliga a tener en cuenta lógicas no aparentes. Quizás oculta. Una situación que nos obliga a desarrollar sensibilidades ecológicas. Capaces de «reformar» puntos de vista. Presente y futuro.
El signo, sobre todo tal y como se ha movilizado en la teoría cultural, desempeña un papel protagonista. En la iconografía y las percepciones, apoyando la visión.
«Siguiendo la regla, la mujer pierde su idea»
Cuando Virginia Woolf escribió «Una habitación propia» (a finales de los años treinta) quería estigmatizar las injusticias sociales y la falta de libertad de expresión de las mujeres. Lo hizo comentando cómo «acatando la norma, la mujer pierde su idea».
Son historias que invitan a la reflexión. A una nueva forma de ver y entender el mundo. El resultado es una generación de reacciones ambientales sin precedentes. El signo se utiliza por su capacidad de purificar de las apariencias. Para traducir afirmaciones sobre el mundo a un nuevo lenguaje. En el proceso de adquisición de nuevas herramientas y visiones.
Pero la influencia de las expectativas sociales ha afectado, y afecta, al trabajo de todas las mujeres. Hasta hoy. En este hermoso libro, Nicolas Ballario recoge las experiencias de diez mujeres artistas. Difieren en edad, experiencia y visión del mundo. Pero todas comparten una visión orgullosa y, a veces, impenetrable. Proponen una estrategia de investigación que inscribe la conciencia del entorno en un proceso de observación inusual. Una mirada con la que sólo las mujeres saben interpretar el mundo en que vivimos.
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