La moda es una industria donde intervienen muchos trabajadores en su extensa cadena de producción y lograr su bienestar laboral debería ser una prioridad para todo empleador.
Sin embargo, la globalización trajo como consecuencia la práctica de deslocalización que permite que la cadena de suministro sea subcontratada a otros proveedores de países donde las condiciones laborales e impositivas permiten reducir los costes de fabricación.
Mientras que la falta de trazabilidad implica tanto una pérdida de control como de conocimiento de las condiciones laborales de los trabajadores.
Bienestar físico, mental y social
El bienestar físico, mental y social de los trabajadores del sector de la moda se encuentra amenazado debido a las condiciones inseguras e insalubres en las que trabajan.
Muchos de ellos enfrentan largas jornadas laborales con salarios extremadamente bajos, trabajo forzoso, incluso en muchos casos viven situaciones peligrosas, de acoso, violencia, discriminación y hasta la quita del derecho a la libertad de asociación a afiliarse a sindicatos que los representen.
Salarios bajos
La ONU reconoce que un salario digno es un derecho humano, tal como lo manifiesta en su artículo 23 de La Declaración Universal de los Derechos Humanos donde indica que ‘toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario’.
Un salario digno es una remuneración por el trabajo que debe permitir cubrir las necesidades básicas propias del trabajador y de su familia, como la alimentación, la renta, la vestimenta, el transporte, la educación y la atención sanitaria.
Asimismo, de acuerdo con Clean Clothes Campaign, un salario digno debe permitir ahorrar, para que los trabajadores no permanezcan en una situación vulnerable, al no ser capaces de hacer planes a medio y largo plazo en sus vidas mientras corren el riesgo de acabar endeudados cuando necesiten gastos financieros adicionales imprevistos.
Pero la realidad demuestra que millones de trabajadores son explotados como mano de obra barata en países del Sur Global que no cuentan con servicios públicos de asistencia o son insuficientes.
Según un informe de The Industry We Want, los trabajadores de los principales países productores de ropa y calzado reciben, de media, sólo el 55% del salario que necesitan para alcanzar un nivel de vida digno.
Es por ello que muchos deben saltarse comidas para ahorrar dinero o incluso se ven obligados a que sus hijos comiencen a trabajar a una edad temprana para ayudar a su familia porque el ingreso es insuficiente.
Caso Bangladesh
El pasado noviembre, el Ministerio de Trabajo de Bangladesh propuso un nuevo salario mínimo para los trabajadores de la confección del país de 12.500 takas (113 USD/100 euros).
Dicha suma está muy por debajo de la demanda propuesta por los sindicatos que asciende a 23.000 taka, un salario que la Campaña Ropa Limpia indica que es el mínimo necesario para situar a los trabajadores por encima del umbral de la pobreza.
Pero los propietarios de las fábricas afirman que no pueden permitirse tal pago, incluso algunos dicen que podría dejar fuera del negocio a algunos subcontratistas.
Horas extraordinarias de trabajo
Gracias a la alta demanda y sobreproducción que enfrenta la industria, las firmas tienen un gran poder sobre la cadena de suministro, los costos y los plazos de entrega.
Por ello los proveedores deben producir grandes pedidos en un tiempo acotado y con un valor competitivo.
De acuerdo a Fashion Revolution, el 88% de las grandes firmas de moda siguen sin revelar sus volúmenes anuales de producción, lo que oculta la magnitud y la verdad de la sobreproducción.
Por ello, tal como manifiesta Clean Clothes Campaign, los directores de las fábricas suelen presionar a los trabajadores para que trabajen de 10 a 12 horas diarias, incluso jornadas de 16 a 18 horas, a medida que se acercan los plazos de entrega de los pedidos.
La presión por cumplir los plazos de producción a menudo conduce a un exceso de horas extraordinarias (a pesar que las legislaciones lo prohíben), dejando a los trabajadores física y mentalmente debilitados.
Aunque muchos trabajadores dependen del pago de horas extraordinarias para complementar sus bajos salarios, muchas fábricas no las abonan.
Bienestar físico
La falta de condiciones saludables de trabajo en las que viven los trabajadores cotidianamente pueden ocasionarles un perjuicio a su salud ya que suelen estar expuestos a materiales peligrosos, productos químicos o polvo, muchas veces sin equipamiento de seguridad o ventilación.
Varios estudios epidemiológicos han demostrado que los efectos negativos de las jornadas laborales prolongadas pueden ocasionar riesgos de enfermedades cardiovasculares; fatiga crónica, estrés; depresión, ansiedad, hasta afectar la calidad del sueño.
Todo ello sumado a la falta de atención sanitaria. En caso de lesiones o accidentes, es usual que se le descuenten los gastos médicos de sus salarios.
Bienestar emocional
Pero para conseguir el íntegro bienestar de los trabajadores no solo es necesario el pago de un salario digno y mejores condiciones laborales. También debe darse espacio a comprender su salud mental y emocional.
Las largas jornadas y el trabajo forzoso que se enfrentan día a día hacen que estén separados de sus familias por mucho tiempo sin recibir el apoyo uncondicional que toda persona necesita de su círculo más cercano.
Ello se suma a la falta de vida privada, ya que al no tener tiempo o dinero, no pueden permitirse realizar actividades de ocio.
Feminización del trabajo
De los millones de trabajadores de la confección en todo el mundo la mayoría son mujeres.
Y si bien es cierto que la pobreza del sector afecta tanto a hombres como a mujeres, son ellas las que experimentan muchos más obstáculos para poder salir.
Este fenómeno denominado «feminización del trabajo», es un término que no sólo se utiliza para definir el fuerte aumento de la participación de la mano de obra femenina en los sectores industriales, sino también para subrayar que su trabajo es cada vez más precario e imprevisible.
Asimismo, las mujeres son cada vez más susceptibles de sufrir discriminación por embarazo, abusos sexuales, físicos y verbales.
“Un director general de una de las cinco marcas de moda más importantes del mundo sólo tarda cuatro días en ganar lo mismo que una trabajadora de la confección de Bangladesh en toda su vida“, Oxfam International, informe Reward work, not wealth.
No cabe duda alguna que la industria de la moda debe garantizar el bienestar físico, mental y social de sus trabajadores a lo largo de la vasta cadena de suministro al promover sus derechos humanos. Hay que considerar los resultados a largo y corto plazo no solo para los bolsillos de las grandes marcas, sino para las vidas de tantos trabajadores que hacen posible el crecimiento de este sector del mercado.