«Pero en serio. En realidad tengo una vida muy normal para una adolescente. Quiero decir que me levanto, me lavo los dientes, ¡y elijo mi ropa para el colegio!».
Con el éxito de 1980 de David Bowie «Fashion» como música de fondo para esta icónica escena de Clueless, muchos de los entusiastas del cine y de la moda de hoy en día tendrán grabada en su mente la rutina única de Cher Horowitz a la hora de elegir un atuendo para ir a clase.
Frente a su ordenador de mediados de los ’90, Cher hace una mueca de disgusto mientras echa un vistazo a su armario virtual, combinando partes de arriba y de abajo solo para que las palabras «MIS-MATCH» le devuelvan la mirada.
Sin embargo, después de un par de pasos en falso, finalmente se queda con el infame número amarillo canario: una brillante chaqueta cuadrada y una minifalda repleta de cuadros grises de tartán. Pero lo que hace que este proceso sea aún más revolucionario es que el atuendo seleccionado se escanea inmediatamente en una imagen de su cuerpo, vistiendo a una Cher virtual con ropa virtual. Combinada con un chaleco a juego, calcetines blancos hasta el muslo y un par de bonitas y clásicas Mary Janes, esta Cher computarizada parece lista para enfrentarse a la escuela un día más.
28 años después, esta secuencia legendaria ya no es cosa de un futuro lejano. Con gigantes de la ropa como ASOS, Adidas y Walmart como pioneros en el uso de software que permite a los compradores en línea probarse artículos sin tocarlos, la rutina matutina de Cher está a punto de ser accesible.
Sin embargo, aunque estos probadores virtuales son un ejemplo de los enormes avances que se están produciendo en el sector de la realidad virtual, es importante preguntarse no solo qué ha llevado a este avance futurista, sino qué implicaciones tiene para la industria de la moda en general.
Del idealismo al realismo
Aunque el enfoque vanguardista de Cher estaba adelantado a su tiempo, los probadores virtuales existen desde hace casi dos décadas.
Allá por 2005, Levi’s empezó a hacer realidad esta visión gracias a su exclusiva tecnología de escaneo corporal. Su cabina Intellifit, de dos metros por dos metros cuadrados, ayudó a los usuarios de vaqueros a saber qué les quedaba mejor, lo que supuso uno de los primeros debuts de la tecnología de escaneo corporal.
Seis años después, el gigante tecnológico Microsoft se convirtió en un insólito participante en el mundo de las compras virtuales. Creada inicialmente para mejorar las consolas de videojuegos Xbox, la plataforma «KinectShop» se comercializó como un software de escaneo corporal capaz de mostrar cómo le quedaría una prenda al comprador en cuestión.
La década de 2010 fue testigo de una serie de innovaciones de start-ups tecnológicas que pretendían revolucionar nuestra forma de ver el mundo a través de las pantallas. Empresas como Looksery y Luxottica introdujeron lentes virtuales que se convirtieron en el detonante de los filtros actuales que saturan las redes sociales, como en Snapchat, Instagram y Facebook.
Con marcas de joyería, gafas y maquillaje como MAC y Ray-Ban que acabaron asociándose con plataformas para permitir a los usuarios ver cómo quedarían sus productos en sus rostros, el final de la década de 2010 había supuesto un cambio completo en las tecnologías de detección facial y corporal. La colaboración de Gucci con Snapchat para superponer sus zapatos digitalizados a los usuarios fue otro caso de éxito: la marca de lujo alcanzó una audiencia de 18,9 millones de personas y obtuvo un retorno de inversión positivo de la campaña.
Sin embargo, no fue hasta que Amazon lanzó en 2020 Outfit-Viton, un modelo de prueba virtual que utilizaba fotos del comprador y prendas de ropa, que el enfoque de Cher de 1995 estuvo a punto de hacerse realidad. Con 47.000 imágenes de personas vestidas con distintos tipos de ropa entrenadas por los investigadores, el modelo de Amazon basado en la inteligencia artificial marcó un hito para minoristas y clientes preocupados por la propagación del Covid-19.
En la actualidad, entre los líderes del sector de los probadores virtuales se encuentran Walmart, Nike y Adidas, con enfoques que van desde los «sistemas de realidad combinada» hasta los probadores holográficos para permitir las pruebas virtuales. Con un valor estimado del sector mundial de probadores virtuales de 4.020 millones de dólares, y una previsión para 2022-2029 de una CAGR del 20,5%, se trata de una industria que está totalmente de moda.
Cambiando las reglas del juego
Esta incursión en las tecnologías de adaptación virtual y su potencial transformador es algo que entusiasma tanto a los minoristas concienciados con el medio ambiente como a los consumidores.
Y lo que es más importante, la reducción de las devoluciones de ropa se está destacando como clave en la lucha contra el derroche de moda. Cuanto más avanzados sean los programas de pruebas virtuales, más confianza tendrán los clientes en que la ropa que se prueben les quedará bien. En última instancia, los compradores podrán quedarse con la ropa que adquieran en línea.
Dado que los expertos estiman que los minoristas desechan alrededor de una cuarta parte de sus devoluciones, y que el informe de Where Do Your Returns Go? 2018 revela que las devoluciones representan cinco mil millones de libras de vertederos cada año, estas tecnologías son un paso en la dirección correcta para reducir las emisiones y los residuos relacionados con el textil.
Una encuesta realizada en 2020 por Vertebrae demostró que el 76% de los compradores estadounidenses consideraban que los servicios de pruebas virtuales mejoraban su confianza en la compra, y la empresa de tecnología minorista Zeekit observó una reducción del 36% en las tasas de devolución desde que emplea probadores virtuales.
Además, hay esperanzas de que, si se generalizan las tecnologías de probadores virtuales, se obtengan datos más precisos sobre la demanda de prendas de vestir. Los compradores empiezan a frenar el número de artículos y tallas que adquieren en línea, con la expectativa de que lo que compran les quede bien.
Esto podría llevar a los minoristas a reducir el volumen de ropa, zapatos y accesorios fabricados, ya que prevén las tendencias de gasto con mayor confianza. Aunque aún está por determinar, estos cambios ayudarían a reducir el nivel de demanda que los minoristas están satisfaciendo actualmente.
¿Acelerar la moda rápida?
A pesar de estas previsiones positivas, el estado actual de la industria de la moda rápida podría echar por tierra tales pronósticos.
Los hábitos de consumo en las redes sociales son notoriamente insaciables, y el crecimiento de la «cultura del acaparamiento» en Instagram, YouTube y TikTok está demostrando ser muy destructiva en cuanto a devoluciones y residuos. Esta tendencia de personas que compran en exceso y muestran la ropa ante la cámara, junto con sus críticas, puede ser útil para informar a los espectadores sobre qué comprar y qué no, pero en última instancia promueve un nivel de consumismo que sigue siendo inigualable.
Los seguidores compran montones de prendas de moda para ser los primeros en comentarlas y acumulan millones de visitas con cada compra. Este proceso no solo dispara la demanda y motiva el seguimiento ciego de las modas, sino que lleva a devolver o desechar un gran número de prendas.
La preocupación de que los probadores virtuales exacerben esta tendencia al animar a las personas influyentes de las redes sociales a comprar más de lo que creen que les sentará bien es una posibilidad muy real. En este sentido, la interacción de la realidad virtual con las redes sociales y las tendencias de la moda rápida sigue siendo impredecible.
Además, la tecnología necesaria para determinar con precisión el ajuste perfecto sigue estando muy lejos. Dado que cada cuerpo es único y que la calidad de la ropa es difícil de determinar sin el tacto adecuado, los probadores virtuales no son en absoluto la panacea al problema de encontrar el ajuste perfecto.
¿Con qué fin?
El auge de las tecnologías de adaptación virtual es una emocionante intersección de la IA con la imaginación. Las posibilidades son menos seguras y más parecidas a las del gato de Schrodinger. Aunque estos avances tienen un gran potencial para frenar las devoluciones y reducir la demanda global de ropa, la influencia de la cultura del acaparamiento y las tendencias de la moda rápida arrojan un interrogante sobre el impacto real que tendrá esta tecnología de prueba.
Inspirándonos en la figura de Vivienne Westwood, el potencial de los probadores para crear una conciencia ecológica entre los compradores no se logrará sin el sencillo mensaje de comprar menos y elegir bien. Sin esta mentalidad, el impacto sostenible de los probadores virtuales no está garantizado.